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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

A propósito del viaje del papa Francisco a Colombia

05 de septiembre de 2017 - 00:00

Dado el objetivo pastoral de la visita papal, que invocará el perdón y reconciliación para la paz que se quiere construir, si bien doloroso, hay que traer a la memoria, a manera de catarsis,  el recuerdo del nefasto largo período en el que obispos, sacerdotes y religiosos estuvieron militando activa, sectaria y agresivamente, aliados del partido conservador, fanatizando a sus miembros contra el liberalismo, y contribuyendo a la hegemonía conservadora, que se mantuvo hasta 1930, después de ganar la ‘Guerra de los Mil Días’ (1899-1902), además de incidir hasta nuestros días.

Las oligarquías conservadoras y liberales se fueron fusionando, en oposición al pueblo. De 1928 a 1946 y hubo dos tétricos acontecimientos antipopulares: la masacre de las bananeras, represión sangrienta de la huelga de los trabajadores de la United Fruit  Company, por el gobierno conservador hegemónico respaldado por las oligarquías, y el genocidio de los gaitanistas, iniciado en 1946, cuando Jorge Eliécer Gaitán lograba que el pueblo fuera tomando conciencia de su valía y derechos. Para 1947 los gaitanistas aventajaron en las urnas.

Con el apoyo del Gobierno de EE.UU., las oligarquías unidas pretendieron detener violentamente el avance del Movimiento Gaitanista hacia la toma del poder, continuando el genocidio de sus miembros y perpetrando el magnicidio del líder en 1948, después de que el conservador Mariano Ospina Pérez asumiera el gobierno, apoyado por grupos de autodefensa, como la Policía Chulavita y los crueles ‘Pájaros’. Enfrentamientos que siguieron hasta el Frente Nacional en 1958. En 2002 fue elegido presidente Álvaro Uribe, reelegido en 2006; hoy controla la ultraderecha, polarizando el país contra la paz; entre la jerarquía hay obispos afines al uribismo que cuestionan la paz acordada con las FARC.

Los eclesiásticos inmiscuidos en política partidista son responsables de la violencia y fanatismo con que se condenó al liberalismo “por toda la eternidad y algo más”, declarado obra de Lucifer, por medio de cartas pastorales, en  los púlpitos, confesionarios, las escuelas, llegando al extremo de sostener que matar liberales no era pecado.

The Pacific School of Religion, en Berkley, California, tiene un arsenal de  cartas pastorales y documentos de obispos y sacerdotes que promovieron la violencia en Colombia, valioso insumo para la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad, y para información del papa Francisco, especialmente por su convicción de que “la religión no puede usarse como justificación de ninguna violencia”, y por el objetivo principal de su viaje, que es contribuir a la pacificación de un país polarizado.

Se espera que el Papa pida perdón en nombre de la Iglesia, no solo por las masacres de indígenas y trabajadores, sino también por el genocidio a gaitanistas, por la persecución al liberalismo y por demás actos de violencia sectaria que han patrocinado miembros de la Iglesia católica.

Sin embargo, parte de la agenda papal será la beatificación  de dos sacerdotes que reviven los recuerdos de la época de violencia y especialmente del genocidio al movimiento gaitanista.

“Casos inoportunos, cuestionables”, como sostiene con amplio respaldo el padre Javier Giraldo, convencido de que  la decisión responde “a la presión de un sector muy conservador de la Iglesia, que quiere darle uso político a estas beatificaciones”. Lamentamos que hayan involucrado al papa Francisco. (O)

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