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Rodolfo Hinostroza: Visión del teatro

Rodolfo Hinostroza: Visión del teatro
05 de diciembre de 2016 - 00:00 - Fernando de Diego, catedrático de la Universidad de Ottawa, Canadá

Apuntaba Ricardo González Vigil en Caretas 1 que de Rodolfo Hinostroza «casi no se recuerdan sus magníficos aportes al teatro» debido a la complejidad de los montajes y al número de personajes. Su visión del teatro, que fue elaborando por más de veinte años, acabó por fin con la publicación en 1988 de Apocalipsis de una noche de verano2. En esta misma entrevista el dramaturgo expone cuáles son las líneas principales de su obra dramática. En primer lugar, el espectáculo. Sin él, el teatro es imposible, pues sin representación en las tablas la obra no está acabada. En segundo lugar, afirma que desde Artaud existe la posibilidad de oponer el texto, al que se priva de supremacía, al cuerpo, y es en esta conjunción en que se debe crear la obra dramática. La representación teatral lo que debe hacer es tomar una postura, siguiendo a Peter Weiss, en la que la dialéctica entre texto y cuerpo se puedan considerar el núcleo esencial de toda dramática.

Apocalipsis de una noche de verano pertenece cronológicamente a una década en la que el teatro de autor pierde una gran parte de su importancia frente a los espectáculos colectivos en Perú. Es un período en el que la violencia en todos sus aspectos inunda esta nación, tanto en las ciudades y sus calles, como en los lugares más recónditos de su geografía.

El teatro no deja de reflejar este aspecto social y político que había venido gestándose desde la década de 1960; y que en esta forma cultural encuentra su guía en las preceptivas dramáticas de Paulo Freire y Augusto Boal3.

Hinostroza aplica en esta obra un modelo esencial para su construcción dramática: el teatro isabelino inglés, y en particular uno de los autores que más respeta, William Shakespeare. Invierte el consejo de Hamlet para situar la voz poético-consejera en el personaje Horacio. El recurso a Sueño de una noche verano y su posterior parodización, al transformar el sueño en apocalipsis, va más allá de la sustitución literaria o de la aparente intertextualidad que el título contiene. Es el modelo shakespeariano al completo que se utiliza para crear una forma de teatralidad auténtica y peruana.

La obra Wamán Poma trata del camino, la peregrinación de treinta años que Wamán realizó observando y reflexionando sobre el Perú, tal y como lo describe el propio autor en su Crónica y Buen gobierno subyace en la de Hinostroza como la base de su propia reflexión sobre la nación hoy y organiza el texto dramático en su totalidad. Una teatralidad fragmentada en la que la sucesión de cuadros establece un rompecabezas cuyas partes siguen rigurosamente un orden cronológico solo roto por anacronismos que la actualizan y la sitúan en el momento de su producción.

Hinostroza no solo relee o mimetiza el relato de Guamán, lo actualiza desde una perspectiva en la que se constata no solo en el texto, sino también en la sociedad que lo va a recibir, la invariabilidad de algunos de los factores que han permanecido inmutables desde el establecimiento del Virreinato. El Perú de Toledo, personaje de la historia y de la obra, sigue siendo mayoritariamente indio, según Hugo Neyra4, habrá que esperar medio siglo para el establecimiento de las «castas» entre los propios andinos, pero en ese momento, la colonia está ya establecida y Guamán habrá muerto, y el dinero, el tener o no tener, romperán las fronteras de las razas y conformarán un Perú fragmentado y heterogéneo que subsistirá hasta nuestros días.

El poder encarnado por el mestizaje del que Wamán forma parte durante su juventud y primera madurez se ve desplazado en la obra por Diego Suyca, y en la realidad histórica y dentro del mundo andino por la «aristocracia india, la de los caciques o curacas, grandes propietarios de tierras, gente de rango y de privilegios» que, como señala el propio Hugo Neyra (193), se han aliado con las fuerzas de facto de la colonia para crear una nueva aristocracia criolla y colonial.

En conclusión, pensamos que el teatro de Rodolfo Hinostroza merece ser leído y tenemos la esperanza que la crítica le dedique los estudios necesarios para su mejor comprensión.

  1. Caretas Nº 2.462 (9 de noviembre de 2016).
  2. ‘Apocalíptico Hinostroza’, Caretas (29 de agosto de 1988).
  3. Véase ‘Teatro peruano’ en Hueso Húmero, Nº 31, pp. 11-50.
  4. Neyra, Hugo (1996). Hacia la tercera mitad. Perú XVI-XX. Lima: Fondo Editorial Sidea.

 

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