Martin Rowson, de 56 años, es uno de los ilustradores y dibujantes políticos más destacados y temidos del Reino Unido. Ilustrador de obras como The Waste Land y Tristram Shandy y presidente de la respetada Asociación de Dibujantes británicos, Rowson suele dibujar sus viñetas políticas en los periódicos ingleses The Guardian, The Daily Mirror y The Morning Star, en los que relata con suspicacia e inteligencia el quehacer diario de la política de Gran Bretaña.

Durante el mandato de Ken Livingstone como alcalde londinense, Rowson fue nombrado Dibujante Laureado de Londres, y sus ilustraciones aparecieron en la publicación de la Alcaldía, The Londoner. En 2006 y tras años de trayectoria, recibió un doctorado honorario en Periodismo por parte de la Universidad de Westminster.

En una entrevista con EL TELÉGRAFO, el genial ilustrador habló sobre los recientes atentados en París, sobre la libertad de prensa, sobre el papa Francisco, y sobre el oficio de la sátira y de los dibujantes políticos.

¿Qué piensa como ilustrador y artista de la masacre en la redacción de Charlie Hebdo en París?

Es muy preocupante cuando empiezan a asesinar a miembros de mi profesión. Nada racional. Ni bien pasó todo esto —y teniendo en cuenta que soy el presidente de la Asociación de Dibujantes Británicos— los medios de prensa internacionales estaban golpeando la puerta de mi casa para que hablara frente a las cámaras. Mi respuesta es bien conocida.

Cuanto más pienso al respecto, más claro es para mí que esto es mucho más grave de lo que imaginamos.

Lo horrible de todo es que hay muertos. Es cierto que hay muertos todo el tiempo, como consecuencia de distintos psicópatas que quieren gobernar al mundo. En este caso y teniendo en cuenta que se hizo responsable del atentado el grupo Al-Qaeda en Yemen, que son los matones de Osama Bin Laden, creo que se trató de un video de promoción y reclutamiento de esta gente.

Estos asesinos de Al-Qaeda en Yemen están diciendo: ‘Miren, esos ilustradores dibujaron al profeta Mahoma, son molestos y muy fáciles de matar. También hay unos consumidores judíos para matar, otro blanco muy fácil. Y vamos a mostrar cuán efectivos somos al matarlos. Y eso hará que muchos otros se sumen a nosotros y al Estado Islámico’.

Este ataque estuvo dirigido a todos aquellos jóvenes confundidos y enojados, encerrados en sus habitaciones mirando Internet. De eso se trató este atentado. Fue un golpe mafioso. No se trató de un grupo que buscaba tomar el control de todo el Occidente, de las libertades de la gente. No. Buscaron un blanco como Charlie Hebdo, que había sido provocador. Y pensaron en dar un golpe contra un blanco fácil. De esa forma lograron que los medios occidentales distribuyeran el video de promoción. Esa es mi respuesta en este momento. Así como ocurrió con el escándalo de las ilustraciones danesas de Mahoma, hace 9 años, todo esto no tiene nada que ver con ilustraciones ni con una batalla de civilizaciones, tiene que ver con una batalla de imperios decadentes.

Por un lado, los asesinos, los que tienen esclavos, los violadores del Estado Islámico de Al-Qaeda, y por el otro, la hegemonía internacional de Occidente. De un lado un grupo de mafiosos que asesinan a personas, y del otro lado, también personas que asesinan, pero que lo hacen a través de robots (drones), en lugar de enviar a estúpidos jóvenes reclutados a través de Internet.

¿Ha sido usted víctima de amenazas o presiones por parte de grupos musulmanes por ilustraciones satíricas que haya hecho de Mahoma?

He recibido gran cantidad de amenazas de muerte, pero por correo electrónico. Pero estas amenazas de muerte por email no cuentan, porque suelen provenir de algún idiota sentado en su habitación.

Yo estaba planeando 2 días después del ataque de París, y como un acto de reconciliación, dibujar una ilustración de Mahoma para The Guardian, en la que iba a incluir un dibujo del tipo que aparece en las camisetas “No en mi nombre”. Alerté al editor jefe, le di un aviso previo de 36 horas —no tenía que hacerlo, pero lo hice—, y fue discutido en las esferas más altas de The Guardian por bastante tiempo. Ellos decidieron, después de pensarlo cuidadosamente, no publicar mi dibujo. Estaban en su derecho. Me dijeron que publicar una ilustración de ese tipo me iba a poner a mí y a mis seres queridos en riesgo. Preferían que no me asesinaran por el dibujo. Es justo. Yo había advertido a mi familia que quería hacer esto y ellos me dieron todo su apoyo. Pero luego descubrí que mis hijos, de 24 y 26 años, estaban físicamente enfermos de ansiedad por mí. Temían que si se publicaba el dibujo, todo el tema se volvería enorme y yo en el medio, arriesgando mi vida. Con su decisión, The Guardian se protegió como medio, y también buscó protegerme a mí.

Por supuesto es intimidante. Es intimidante también ser acusado anónimamente, una y otra vez por Internet, de ser un cobarde por no haber publicado una imagen del profeta Mahoma.

¿Se trata entonces de una situación sin salida, del tipo Catch 22, para los ilustradores como usted?

Absolutamente. No quiero ser asesinado por demostrar la posición geopolítica de alguien. Tampoco quiero que musulmanes inocentes sean atacados por las acciones de psicópatas. No quiero que estadounidenses sean atacados por las acciones de sus gobernantes psicópatas. Pero lo cierto es que hay un gran número de psicópatas que sí quieren que haya muchas personas muertas por las acciones de algunos individuos.

Este ataque ocurrió en Francia, que tiene un problema muy serio de integración con sus ciudadanos musulmanes. ¿Qué piensa de una situación similar en Reino Unido? ¿Cree que un atentado de esa naturaleza pueda ocurrir en este país también?

Es algo muy complicado. Cuando se produjo la polémica por las ilustraciones de Mahoma en Dinamarca, dije públicamente en su momento que la decisión de encargar esos dibujos era equivocada. La gente me acusó de ser un cobarde absoluto por ello. Pero soy un dibujante satírico. Y existe una enorme diferencia entre la sátira y el humor. La sátira es una parte del humor. Humor involucra toda una serie de herramientas y mecanismos, desde la broma clásica, hasta desestimar a una persona que uno odia. La sátira es algo diferente y debe tratar de atacar a aquellos en el poder. Trata de atacar a personas más poderosas que tú.

Y puedo ver lo que Charlie Hebdo estaba haciendo. Ellos sostenían que las ilustraciones eran para atacar a personas más poderosas que ellos, y por eso las siguieron publicando, incluso después de haber sido blanco de amenazas de muerte y de una bomba casera. Continuaron con la provocación. Porque esa era su tradición, de allí venían. Eran situacionistas, casi surrealistas. Hacían cosas para provocar una respuesta. Y tuvieron una respuesta. ¡Y qué respuesta recibieron! El fundador de Charlie Hebdo incluso dijo que el editor era el culpable de lo que había ocurrido porque llevó todo hasta tal punto que lo único que restaba era un atentado de vida. No voy a comentar sobre esto, pero eso es lo que dijo.

No quiero causar ofensas sin sentido a personas sin poder. Sin embargo, tampoco me gusta que me digan que no puedo hacer ciertas cosas. Es una estupidez que no me dejen ilustrar una imagen del profeta Mahoma porque alguien pueda sentirse ofendido.

Sé que no existe la libertad de expresión absoluta, porque si existiera, la sociedad en su conjunto descendería en segundos en un caos. Porque tendríamos que decir todo lo que pensamos de la primera persona que se nos cruza por el camino, todo el tiempo. Y no es la forma en que los seres humanos actuamos.

Así que estoy siempre atrapado en esta encrucijada de no poder decir todo lo que quiero de personas que tienen poco poder y satirizar ciertos hechos. La razón por la que soy un dibujante satírico es porque me ofende enormemente lo que el gobierno y las personas en el poder hacen todo el tiempo. Por eso hago lo que hago. Y nunca escuché que ellos en el poder pidieran perdón por las ofensas que puedan causarme.

Recientemente el papa Francisco se refirió al caso de Charlie Hebdo, al indicar que los dibujantes debían ser responsables al referirse a las religiones. ¿Qué piensa al respecto?

Casi hago una ilustración el viernes pasado sobre el Papa. Pero estaba tan cansado y extenuado de todo este tema de Charlie Hebdo que terminé dibujando sobre Marte y una sonda espacial. Pero iba a hacer una ilustración del Papa subido a un escenario diciendo chistes, con una nariz de payaso y un bastón de Judas Tadeo, con la frase: ‘Si se ríen de mí les daré un palazo’. Pero no lo hice. Pensé que debía poner fin a todo esto. Es una situación tan amarga, tan venenosa. Después pensé: ‘Ignoremos al Papa’. La gente sabe qué hacer, no necesita que le digan cómo tiene que comportarse.

El hecho de que vivamos en una sociedad y seamos humanos hace que no haya que matar a nadie por satirizar a otros. Mi tarea es extremadamente difícil. Muchos dibujantes satíricos son encarcelados y asesinados porque revelan lo absurdo de muchas situaciones, especialmente de personas en el poder o con poder.

¿Cómo ve la situación de los ilustradores en general después de lo ocurrido con Charlie Hebdo? ¿Cuál será el futuro de la ilustración y la sátira tras estos atentados?

Seguirá de la misma manera que antes. No cambiará en absoluto. Creo genuinamente que la sátira es una necesidad humana básica. Necesitamos del sentido del humor para poder navegar por las aguas de esta vida, para poder lidiar con las cosas verdaderamente horribles. Si te fijas en las cosas que nos hacen reír: el sexo, la muerte y la mierda son cosas terrenales, cotidianas. Y si no pudiéramos reírnos de estas cosas, nos volveríamos locos.

También nos reímos de las personas que están en situación de poder sobre nosotros, que piensan que son mejores que nosotros, que pueden guiar nuestras vidas. Y la risa es una forma de lidiar con estas jerarquías, de darles sentido. Y para que ellos puedan gobernarnos y guiarnos, deben aterrorizarnos todo el tiempo, con amenazas de prisión, de muerte, etc.

Balanceamos la situación al reírnos de todo ello, y lo hicimos durante toda nuestra historia. Los nazis tenían decenas de ilustradores británicos en sus listas de muerte, asesinaron a sus propios ilustradores, aunque también contaban con dibujantes satíricos que retrataban odiosamente a los judíos. Es lo que hacemos y cómo funcionamos como especie. Contamos con la sátira y siempre tendremos la sátira.

Cierta gente que no puede soportar que se rían de ella, y que está en una situación de poder, buscará impedir que nos riamos de ella, pero nunca ganará, por lo menos no hasta que nos maten a todos los dibujantes satíricos. Es tan simple como eso.

Hay que reírse hasta más no poder para arrojar a estos payasos asesinos al cesto de la basura de la historia, donde deben estar. Si uno mira al Estado Islámico, por ejemplo, ellos son asesinos, son violadores, y se supone que debemos respetarlos porque cuentan con un libro de 1.000 años que creen que es importante. Es completamente ridículo. Lo único que pueden hacer es amenazar si nos reímos de ellos. Ese es el único poder que tienen. La irracionalidad del terrorismo es la única manera que tienen para lograr alguna forma de respeto, porque no podremos respetarlos nunca como asesinos y violadores.

Obras de Martin Rowson

- The Dog Allusion: Pets, Gods and How to be Human. Random House. 2008.
- The Life and Opinions of Tristram Shandy, Gentleman. SELFMADEHERO. 2010.
- The Limerickiad Volume 1 - From Gilgamesh to Shakespeare. Smokestack Books[7]. 2011.
- Gulliver’s Travels. Atlantic Books. 2012.