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El Telégrafo
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De las palabras a los hechos

Las palabras no son gratuitas

Las palabras no son gratuitas
19 de diciembre de 2016 - 00:00 - María del Pilar Cobo, Correctora de textos y lexicógrafa

Desde hace algunos meses circula por las redes sociales un video en el cual un señor se entrevista con varios expertos en distintos temas. A todos les ofrece contratarlos como profesionales de cabecera si hacen el primer trabajo gratis y si a él le gusta cómo quedó. Por supuesto, todos dicen que no y se indignan ante el atrevimiento. Es obvio, nadie ha invertido tiempo, dinero, horas de sueño y de capacitación para hacer su trabajo gratis. Aunque nos pese, vivimos en un mundo en el que tenemos que trabajar para comer, para dar educación a nuestros hijos, para pagar las cuentas, en fin. Cuando se trabaja con las palabras, que son tan intangibles y a la vez tan necesarias, es muy común que la gente te pida que hagas tu trabajo gratis. Conozco correctores, editores, escritores, publicistas, etc., que han pasado por situaciones en las que amigos y conocidos les han pedido hacer su trabajo gratis, como si estuvieran haciéndoles un favor.

He escuchado historias de todo tipo. Por ejemplo, la del escritor al que le pidieron un cuento para una ONG importante, de esas que reciben mucho dinero, y le dijeron que no podían pagarle, pero su nombre saldría en la publicación. O la de la correctora a quien le pidieron un trabajo urgente para una revista y, cuando lo hizo, le dijeron que no había sido de la calidad que buscaban, aunque la publicación salió, obviamente con sus correcciones. Son innumerables las anécdotas de ‘trabajadores de las palabras’ a quienes les piden que les ‘den una manito’, les ‘echen un ojo al texto’, les ayuden a pensar en un eslogan porque «tú eres muy bueno con las palabras». Tampoco faltan aquellos que aceptan pagar, pero piden una ‘rebajita’, por ser de confianza. Son, en realidad, muchas las historias en las que los oficios de las palabras se denigran porque no se los cree tan importantes como los otros.

Tener facilidad con las palabras y mucho amor hacia ellas es un gran don, como lo es tener habilidad para planificar un edificio, operar certeramente, defender a un acusado, etc. Muchas de las cosas que se hacen cotidianamente pasan por las palabras, de ahí que trabajar con ellas debería estar mucho más valorado que cualquier otro trabajo, o al menos tan valorado como el resto de profesiones. Tal vez, en muchos casos, este poco valor que se da al trabajo con las palabras se deba a que los profesionales que se dedican a ellas no están respaldados por gremios, lo que hace que la competencia sea mucho más descarnada y los trabajos mal pagados. Por esto, es importante la unión de los profesionales, para que se logren mejores condiciones de trabajo e igualdad en las remuneraciones.

También hace falta que los mismos profesionales no acepten las condiciones precarias en las que se pretende inscribir su trabajo, que valoren sus dones, que cobren de acuerdo con el tiempo y el esfuerzo que demanda lo que hacen. Si bien los atropellos ocurren porque quien demanda el trabajo le da poco valor, también ocurren porque quien lo ofrece no hace respetar su profesión. Para que las cosas sean justas, es necesario que todos pensemos en qué estamos haciendo para que lo sean.

Apuntes de gramática y ortografía

¿Se tilda «sabías que»? Se escribe con tilde cuando se emplea como fórmula introductoria que anticipa una información: «¿Sabías qué? Al final conseguí aprobar». No se tilda cuando se trata de una oración abierta que queda momentáneamente en suspenso: «¿Sabías que… el 33 % de la población se muerde las uñas?».

 

 

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