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El Telégrafo

Guerra imperialista, paz, intervencionismos y justificaciones

26 de abril de 2017 - 00:00

Es un hecho manifiesto que los intereses económicos de las élites juegan su rol destructivo y genocida de manera perenne. Su comportamiento especializado en concebir caos y muerte en cada lugar donde establece su injerencia a nombre de la democracia y la libertad se visibiliza otra vez con las acciones imperialistas ejercidas por el nuevo Gobierno norteamericano.

En el caso de Siria, este país posee grandes reservas y yacimientos petroleros, así como de gas natural, fosfato, etc., lo cual lo vuelve un punto de gran interés geopolítico caracterizado por tensiones guerreristas, infiltraciones y sabotajes. Previamente a lo acontecido en abril, se hace imperativo recordar el hecho de que en 2012 el Gobierno sirio indicó sobre la  tenencia de armas químicas, pero acentuado que no serían utilizadas contra la población, sino contra intervencionismo bélico occidental.

Ahora, en 2017, Siria vuelve a estar bajo la mirada mundial y de los intereses intervencionistas. Posteriormente a una victoria armada sobre el terrorismo en Alepo acontece el ataque químico sobre Idlib, siendo el pretexto para conjeturar que Al Assad es el responsable.

Ante el colosal episodio; actuando de manera unilateral, EE.UU. expuso su típica conducta bélica, expandiendo una vez más su dinámica guerrerista que consiste en sondear, amenazar y atacar; en este caso su expresión fue el bombardeo a una base en donde podía haberse encontrado pruebas de que el Gobierno sirio no ha implementado el uso de armas químicas.   

A partir de este detalle, debería considerarse algunas aristas importantes: primero, al haber el Gobierno sirio recuperado a Alepo, las estructuras del Daesh se verían debilitadas de manera que se aproximaría a su consumación. Segundo, Siria ya no poseía armas químicas, un hecho ya corroborado hace años por ONU. Pese a aquello, Norteamérica intervino de manera ilegal bombardeando una base militar siria. Tercero, la zona del  acaecimiento por gas sarín era una localidad ocupada por terroristas y rebeldes.   

No satisfechos con el bombardeo, tal parece que la obsesión norteamericana por conllevar la supuesta libertad e independencia a países que inciden sobre sus intereses geopolíticos se agudizó más cuando enviaba buques a costas coreanas, en donde Mike Pence, vicepresidente norteamericano, dejó sentados los intereses de la dominación imperialista; desde Seúl enfatizó sobre el poderío bélico/militar emprendido tanto en Siria como en Afganistán y que, asimismo, ante la ‘política fracasada’ de la  ‘paciencia estratégica’ frente a Corea del Norte, ya era hora de actuar.

Por lo tanto, para incrementar el apoyo a su aliado de Corea del Sur, se ha enviado más 25.000 efectivos. China se ha visto bajo conflicto ante  las exigencias norteamericanas de persuadir a Corea del norte sobre sus prácticas bélicas, ya que, al no emprender las medidas correspondientes,  “EE.UU. lo hará”, dijo Trump. China, por su parte, rechaza el despliegue del sistema de defensa erigido en Corea del Sur, pues se vería vulnerable al espionaje de sus actividades militares.

Habría que considerarse que, al poseer su propia carrera armamentística, Norcorea queda bajo el estigma mundial de país con ‘comportamiento amenazador’. Asimismo, Siria es considerada una amenaza “al poseer armas químicas y utilizarlas” contra población civil; así como Afganistán, país que representa al ‘terrorismo’, y por lo cual la MOAB fue la mejor manera de reprimirlo. Son razones suficientes con lo que justifican acciones letales y que obviamente los países alineados bajo el estandarte de la intervención manejan sus estrategias de negociación y repartición de zonas geográficas. (O)

César Aizaga

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