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La intención es rescatar el potencial de cada provincia, además de evitar que los más jóvenes abandonen sus tierras

129 parroquias rescatan la agricultura familiar

En varias zonas rurales, el proyecto consiste en mejorar la tierra con sistemas de riego tecnificados. Foto: Cortesía
En varias zonas rurales, el proyecto consiste en mejorar la tierra con sistemas de riego tecnificados. Foto: Cortesía
04 de octubre de 2015 - 00:00 - Redacción Economía

Anita Muñoz, integrante de la Asociación de Productores de Guarango y Frutales (Asoprogf), de la comunidad Chingazo Alto, cantón Guano, Chimborazo, es una de las 111 familias beneficiarias de un proyecto de riego presurizado por goteo para mejorar el cultivo de mora de castilla.

El proyecto es parte de un convenio de cooperación interinstitucional que ejecuta el Ministerio de Agricultura, Ganadería, Acuacultura y Pesca (Magap), a través del Programa del Buen Vivir Rural; el Gobierno Autónomo Descentralizado Municipal de Guano y la mencionada organización.

María Chiza, habitante de la comunidad Matiavi Bajo, de la parroquia Salinas, en Bolívar, trabaja en un proyecto de mejoramiento de la producción de quesos, que se ejecuta con el Programa Buen Vivir. Agrega que en la iniciativa están involucrados los miembros de la comunidad.

El Programa del Buen Vivir Rural forma parte del Magap y se ejecuta con el apoyo del Fondo Internacional para el Desarrollo Agrícola (FIDA), una institución financiera de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), presente en Ecuador hace 30 años.

Actualmente, 160 iniciativas productivas se desarrollan con el apoyo del Programa del Buen Vivir Rural, el FIDA, asociaciones y, en algunos casos, con gobiernos autónomos descentralizados parroquiales.

Se ejecutan en 129 parroquias rurales de 13 provincias del país y beneficia a unas 13.300 familias, pertenecientes a los quintiles uno y dos, es decir, los sectores más pobres y desprotegidos.

Hugo Dután, gerente del Programa del Buen Vivir Rural, afirma que a través de la ejecución de este proyecto las familias convirtieron su espacio colectivo en una iniciativa empresarial.

Los negocios agroproductivos dependen del potencial agrícola, ganadero, pesquero y piscícola de cada zona. Por ejemplo, en Los Ríos se impulsan parcelas agroforestales con cacao,  café; en Santa Elena se desarrollan proyectos de sandía, achiote y paja toquilla; en Azuay, el cultivo de fresas; en Loja, el cultivo de café. En Imbabura, en cambio, se incorporan frutales en sistemas agroforestales que permiten retener el suelo. Dentro de poco tiempo habrá producción frutícola, como aguacate de exportación, manzanas y claudias.

Jamill Ramón, viceministro de Desarrollo Rural del Magap, precisa que los proyectos están diseñados para atraer a los jóvenes profesionales como alternativa para evitar que abandonen sus tierras y también apoyar a las mujeres campesinas, que representan el 35% de los beneficiarios.

Para Jesús Quintana, representante del FIDA en la Región Andina, la idea de los proyectos es aprovechar las potencialidades productivas de cada localidad, además de buscar inversión para generar ingresos y empleos.

Con el FIDA, el Magap ejecuta el ‘Programa del Buen Vivir en Territorios Rurales’ y el ‘Proyecto de Desarrollo en Ibarra-San Lorenzo’; mientras que con el Instituto de Economía Popular y Solidaria (IEPS), el fondo desarrolla el proyecto ‘Fortalecimiento de los Actores Rurales de la Economía Popular y Solidaria’.

Inversión y financiamiento

En los proyectos que le corresponden al Magap, a través de la Unidad de Gestión del Programa del Buen Vivir Rural, la inversión total llega a  $ 26’34.507, de los cuales $ 20’937.772 son financiados con préstamos del FIDA y $ 5’96.784  son recursos fiscales de esta cartera de Estado.

“Como FIDA financiamos  todo lo que es diversificación productiva y en ese sentido hace 3 años apoyamos el Programa del Buen Vivir, que trabaja con asociaciones de productores y productoras para buscar nichos productivos y dinamizar el sector rural”, dice Quintana.

Agrega que con el Magap buscan zonas donde hay producción pequeña, pero con un potencial grande para luchar contra la pobreza y generar nuevas oportunidades económicas.

Dután menciona que para verificar el aporte de los proyectos al patrimonio y al desarrollo socioeconómico de las poblaciones miden los ingresos económicos, la contribución, la productividad por hectáreas al inicio y al final para saber cuánto se ha mejorado.

Dután precisa que al final del programa, en 2018, además de la medición social, económica y productiva, se contará con información georreferenciada de las asociaciones y sus miembros.

Requisitos para beneficiarios

Para participar de los proyectos, el gerente del Programa del Buen Vivir Rural explica que la condición más importante es que integren una asociación.

Adicionalmente, la organización debe cumplir los requisitos considerados normales: estar al día con el Servicio de Rentas Internas, tener el registro de la asociación, tener actualizada la directiva y contar con una cuenta corriente habilitada. Con esos requisitos, el Programa del Buen Vivir puede suscribir un convenio con la organización.

“El pequeño productor, aunque sea la clave del sector alimenticio, no tiene opción de manera individual, por lo que debe organizarse para que pueda vender, negociar, actuar dentro de la sociedad”, afirma Quintana, al precisar que el FIDA trabaja  con el Viceministerio de Desarrollo Rural y el Programa del Buen Vivir del Magap.

En los próximos años el FIDA prevé participar en el país con nuevos proyectos agroproductivos, como apicultura, o también, en asesoría técnica de fijación de precios, para que al final otros productores tengan alternativas para salir de la pobreza. (I)

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