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El Telégrafo

Pánico bancario

21 de marzo de 2017 - 00:00

Los bancos centrales del mundo pueden actuar como prestamistas de última instancia (PUI) de los bancos comerciales y otras instituciones financieras, en momentos de crisis para proporcionar la liquidez necesaria; imprimiendo dinero con el objetivo de enfrentar la corrida de depósitos de instituciones financieras en problemas y, en última instancia, evitar pánico bancario de todo el sistema financiero.

En diferentes épocas, gobiernos de varios países han tenido que salir al rescate de sus bancos, el caso más estudiado es la Gran Depresión que sacudió a Estados Unidos en 1930. En la crisis por la burbuja inmobiliaria en 2008, Estados Unidos, Inglaterra y otras economías avanzadas tuvieron que implementar planes de rescate financieros; la llegada de capitales sirvió para que los bancos recuperaran la capacidad para conceder préstamos y se descongelaran los mercados crediticios. La falta de un prestamista de última instancia deja a los países vulnerables frente a un caos financiero y propenso a inestabilidad.  

Entre 1991 y 2001, Argentina aplicó el sistema monetario de convertibilidad que consistía en que por cada peso en circulación debía tener un dólar en sus reservas, el 100% de su base monetaria debía estar respaldada con reservas en dólares. Krugman sostiene que cuando Argentina entró en crisis en 2001 “el banco central no pudo actuar como prestamista de última instancia porque tenía prohibido por ley emitir nuevos pesos, excepto a cambio de dólares. Las mismas reglas diseñadas para proteger al sistema de un tipo de crisis de confianza lo dejaron vulnerable frente a otro tipo de crisis”.

Según Saul Keifman, economista de la Universidad de Buenos Aires, cuando devino la depresión en Argentina en 2001 arrastró consigo la convertibilidad y dos presidentes.

La convertibilidad es muy similar a la dolarización. Ecuador perdió el recurso de PUI al dolarizar su economía, ya que el BCE dejó de emitir sucres y no puede imprimir dólares. En crisis de iliquidez, el Gobierno podría adquirir deuda con organismos internacionales, como FMI, Banco Mundial, BID, CAF, con sus discutidas y limitadas condiciones. Analistas económicos ecuatorianos sugirieron la implementación de un fondo de liquidez entre bancos nacionales o configurar una línea de crédito internacional, como un contrato de seguro, pero ambas son limitadas y costosas.

Otros sugieren atraer a la banca internacional para que, en caso de corrida de depósitos, obtengan liquidez de su casas matrices; al respecto, Keifman reseña que en la crisis de la convertibilidad argentina en 2001 “los bancos extranjeros solicitaron al Gobierno la imposición de severas restricciones al retiro de depósitos, en lugar de recurrir a sus casas matrices”, y el Gobierno argentino accedió implementando el feriado bancario llamado ‘corralito’.  

La banca privada de un país, por sí misma, no puede garantizarse ante una corrida de depósitos, y menos ante un pánico bancario; esa función corresponde a los gobiernos de los países a través de sus bancos centrales. En la actualidad, el BCE no puede cumplir completamente la función de prestamista de última instancia porque no emite moneda propia, tampoco hay definido algún sistema que cumpla perfectamente esa función, pese el establecimiento de fondos cuya cobertura es limitada, como los administrados por la Cosede.

La propuesta de atraer a la banca internacional para enfrentar pánicos bancarios se basa en una ilusión, que haría que las autoridades caigan en exceso de confianza, desconfíen de los sistemas de alerta actuales y se expongan a un segundo feriado bancario. (O)

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