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El Telégrafo
Leonardo Vicuña Izquierdo

Unidad, serenidad y firmeza por la RC

05 de julio de 2017 - 00:00

Son necesarias, para corresponder consecuente y lealmente a las bases de Alianza PAIS y sus aliados, así como a la gran mayoría del pueblo ecuatoriano, que exige defender lo ganado en la década conducida por Rafael Correa, con tantas victorias políticas; y consolidar sus derechos, avanzar con nuevas reformas y políticas sociales redistributivas. Han transcurrido apenas unos 40 días y hay recelos y discrepancias, tonos exagerados, tanto por la organización del Gobierno, como por el inicio del diálogo con sectores de la oposición y derecha beligerantes.

Los dirigentes, a todo nivel, tienen la obligación de conducir sus acciones con sentido democrático, fortalecer la organización en esta nueva etapa a fin de darle sustento y reajustar las alianzas. Se debe entender que la transición debe superar inevitables dificultades y, por tanto, hay que buscar acuerdos, precisar diálogos con diversos sectores, para la gobernabilidad, con Lenín Moreno, sus formas y estilos; con objetivos, prioridades y mecanismos idóneos para no provocar controversias.

Con urgencia, los dirigentes de AP deben reprogramar la agenda para su fortalecimiento, democratización, la recuperación de sectores y cuadros políticos. La iniciativa del Mandato Militante y el funcionamiento de las comisiones facilitadoras a nivel provincial, debe desarrollarse. Es necesario un diálogo para una comprensión común y objetiva del momento sobre los propósitos, límites y mecanismos del iniciado diálogo y la agenda de AP y del Gobierno con la cual se ganó en las últimas elecciones, para continuar con el cambio. Saldrán fortalecidos los principios y objetivos de la RC, para lograr más justicia social, soberanía, integración solidaria, aprovechamiento productivo de la gigantesca infraestructura construida y otras conquistas y reformas.

Hay que priorizar los diálogos y acuerdos con los sectores políticos y sociales, propios y aliados, todos, y los gremios productivos, incluidos, claro está, los de la economía social solidaria y, en general, todas las fuerzas que apoyaron a la RC. Se debe alentar el diálogo con los sectores que estén dispuestos a contribuir para mejorar la producción y productividad, generar empleo, diversificar las exportaciones, alentar las transformaciones en los ámbitos agrario, laboral, de la educación y el conocimiento, la salud pública, la seguridad ciudadana y la lucha contra la corrupción, con una política y acción coordinadas.

No podemos ser ingenuos, no deben tener cabida en este proceso quienes buscan abierta o solapadamente crear división, confundir, calumniar, recuperar privilegios, resquebrajar o liquidar derechos y reformas; en una palabra, volver al pasado neoliberal inicuo, de atracos, especulación, sometimiento, en procura de concentrar más las riquezas, con base en la explotación laboral y social, deterioro del ambiente y prácticas de entrega a las mafias internacionales, asociadas con banqueros y otros exportadores de capitales.

No cabe ceder un solo milímetro frente a quienes ahora se exhiben como ‘padrinos’ del cambio, honrados angelitos y defensores de los derechos humanos, ‘demócratas’; creyendo que la gente olvidó su pasado y la acción perversa de sus gobiernos, con los que saquearon al Estado, reprimieron y masacraron dirigentes populares, propiciaron dictaduras sangrientas, sometieron al país a los mandatos imperiales y a las nefastas políticas neoliberales, ya archivadas por la RC. Tampoco con los que buscan desestabilizar o sabotear el proceso. Lenín aclaró recientemente su posición en la misma dirección.

Es históricamente necesario apoyar al Gobierno y la RC, es una exigencia patriótica que conducirá a la unidad de las fuerzas progresistas, base de los acuerdos que se busca, para bien del país y de América Latina, que tienen puesta su mirada en nuestra patria y anhelan nuevos rumbos frente al capitalismo decadente, alentado por una derecha recalcitrante y violenta, como la que opera en la Venezuela bolivariana. (O)

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