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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

¿Qué pasó con el Acuerdo Climático de París?

08 de junio de 2017 - 00:00

El 12 de diciembre, 2015 bajo el auspicio de las Naciones Unidas, 195 gobiernos se reunieron en París y en forma unánime decidieron intencionalmente cambiar el curso de la economía global con el fin de proteger a los más vulnerables y mejorar la calidad de vida de todos reduciendo la huella de carbón en el mundo mediante un acuerdo. EE.UU. y China que representan casi el 40% de las emisiones de gases del efecto invernadero lo refrendaron el 1 de abril de 2016 afirmando su participación. Ecuador, que tiene 0,65% de emisiones contaminantes, lo firmó el 16 de julio de 2016.

Esto fue un logro muy importante, pues unos años antes, en Copenhague, en 2009 se trató de firmar un compromiso similar después de una larga negociación y fracasó rotundamente por varias razones, especialmente la división profunda entre el Norte global y el Sur global. El éxito de París fue debido a un cambio de actitud en la visión del calentamiento global, lo cual nos inyectó el optimismo de que un acuerdo universal para luchar contra las causas del cambio climático era posible. Pero ahora resulta que después de meses de vacilaciones y de usar un estilo intrigante de show de televisión al que está muy acostumbrado, el presidente Donald Trump anunció que ha decidido que EE.UU. salga de este acuerdo por considerarlo injusto para su país, que ha dañado su economía y que ha permitido que otros países ‘roben’ los empleos a los americanos. Según sus palabras: “Este acuerdo es menos sobre el clima y más acerca de otros países tomando ventaja financiera de EE.UU.”. Por supuesto, nada de esto es verdad. No es vinculante y es muy flexible. Los 195 países tenemos mucho espacio para acomodar una carta de intención para reducir las emisiones de acuerdo a nuestra realidad. Podemos cambiarlo si empieza a ser una carga financiera muy pesada. No es un ‘pasivo legal’ sino una asociación internacional para resolver el más largo y peligroso problema que enfrenta la humanidad.

Esta movida de Trump es un cruel mensaje que nos envía acerca de cómo el Gobierno de EE.UU. valora el medio ambiente y lo poco que le preocupan los riesgos que el cambio climático impone al planeta. Evidentemente alguien saldrá ganando por esta decisión: los ejecutivos de la industria del carbón (no los mineros), pero aun así el mercado no regresará a usar el carbón como combustible; el partido republicano, cuyos líderes conservadores presionaron a Trump para que cumpla su promesa de campaña; y China, que ya ha tomado una posición de total respaldo al acuerdo de París, pese a que es 20% de las emisiones (el más contaminador) y aun así,  toma el liderazgo en resolver este problema. Los grandes perdedores serán el propio presidente Trump, sin duda, pues la historia nos indica que finalmente saldrá perdiendo (según un estudio de la Universidad de Yale hay 60% de apoyo americano al acuerdo de París). Tal vez no se dé cuenta o simplemente deseche las repercusiones de su decisión, pero serán severas para la diplomacia americana y para sus compañías que quieran hacer negocios en el futuro. Pero los más grandes perdedores serán la gente más pobre en los países en desarrollo que ya no recibirán la ayuda del Fondo para el Clima Verde (Green Climate Fund) para aplicar sus políticas de reducir las emisiones. Y de alguna manera afectará los otros problemas globales que están sin solución: seguridad alimentaria, seguridad de provisión de agua, seguridad de adecuada vivienda, contener la forzada migración y parar al terrorismo. No se cómo vamos a resolver estos problemas, pues si ni siquiera nos interesa la sostenibilidad de nuestro medio ambiente, no creo que logremos superarlos tampoco. (O)

 

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