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El Telégrafo
César Paz-y-Miño

¿Por qué la autofagia?

08 de octubre de 2016 - 00:00

El Premio Nobel de Medicina recibió este año el japonés Yoshinori Ohsumi, quien ha trabajado en un interesante fenómeno de las células eucariotas, que consiste en “comerse a sí mismas”; técnicamente: autofagia.

Las sustancias generadas durante la alimentación y producción de energía de una célula se acumulan dentro de ella y necesitan ser degradadas para no intoxicarla. Esta “basura” pasa por un sistema de degradación. Primero se engloban los desechos en una membrana y quedan aislados en orgánulos denominados “vacuolas”, para posteriormente ser degradados en procesos químicos que involucran a enzimas y a cuerpos de degradación o lisosomas. El producto de la degradación podrá ser reutilizado o también eliminado en forma definitiva.

Se entiende la autofagia como un mecanismo de defensa y de supervivencia de la célula, en donde lo tóxico se elimina y lo útil se optimiza, con lo cual la célula ahorra energía. En este fenómeno se degradan, por un lado, restos de virus, bacterias, proteínas, químicos dañinos, etc., pero por otro lado, ácidos grasos y aminoácidos que nutrirán a la célula. Debe existir un equilibrio entre la autofagia y la necesidad celular para que la célula viva, de lo contrario se producirán enfermedades. Por ejemplo, si se alteran los 16 genes específicos que comandan o regulan la autofagia (los ATG), la célula se perturbará.

Algunas enfermedades como el alzhéimer, párkinson, diabetes, cáncer, el envejecimiento, ciertas enfermedades del sistema nervioso e incluso malformaciones del embrión, pueden ser explicadas por la autofagia. En casos de estrés funcional de la célula (como falta de nutrientes por ayuno), la autofagia se iniciará, aunque el límite del fenómeno será la misma célula, pues si se degrada en demasía, muere.

La autofagia fue adquirida dentro del proceso de la evolución de las especies y es una ventaja adaptativa debido a que se da una reducción de gasto de energía y se obtienen nutrientes de emergencia, proceso que no lo poseen las bacterias, pero sí organismos más avanzados, como los pluricelulares.

Aún no conocemos bien sobre la aplicación de los descubrimientos alrededor de la autofagia, pero todo indica que se lograría manipular los genes que la controlan, de tal manera que se pueda degradar, de forma intencional, sustancias o proteínas que estorban para el funcionamiento normal de los organismos. La autofagia programada sería una potente arma contra proteínas cancerígenas, fármacos, pesticidas o cualquier sustancia que amenace a la célula. Ojalá este nuevo Nobel beneficie pronto a la humanidad. (O)

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