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El Telégrafo
Tatiana Hidrovo Quiñónez

Omran y Las mil y una noches

22 de septiembre de 2016 - 00:00

Primera noche

Dícese que en una primera noche, hace unos 2.800 años, el mundo persa y  los pueblos de India, Irán, Irak y Siria crearon de boca en boca, cuentos fantásticos en los que a fuerza de palabras se abrían las montañas, las alfombras eran voladoras, había liviandad de sedas y las ventiscas doradas envolvían caravanas de camélidos encorvados. En Aleppo la gente repetía la narración de la lámpara maravillosa donde vivía disminuido un genio que se convertía en gigante por la magia de la frotación, para hacer realidad los sueños de cualquier Aladino.

Segunda noche

Y amaneció y después  llegó la segunda, triste y larga noche. Fue la noche de los imperialismos, acompañados de cierta racionalidad ilustrada eurocéntrica, que al no entender a las otras culturas, las escudriñó desde su lógica, cual expresiones exóticas de lo incivilizado. Fue entonces cuando apareció en  Aleppo un arqueólogo y coleccionista francés, llamado Antoine Galland, quien prendado de la rareza, adaptó a la escritura occidental los cuentos de Las mil y una noches.

Tercera noche

Las mil y una noches convertida en libro mercancía, es comprada por el mundo. Aladino y su lámpara maravillosa yacen en un parque de diversiones. Los niños y niñas latinoamericanas imaginan el Oriente fantástico. Los niños y niñas norteamericanos tocan con sus ojos al gran Simbad el Marino, convertido en pastiche fotográfico y en cómics de Walt Disney, mientras el mundo financiero apela a la especulación con el ¡ábrete sésamo! desgastando la magia.

Cuarta noche

En Siria todo es gris. No vuelan las alfombras, vuelan los aviones. No hay ventiscas doradas, hay ventiscas de misiles. El área de Aleppo es bombardeada. Dícese que dos gigantes miden sus fuerzas en la periferia del mundo, para definir un nuevo reparto. Miles mueren, millones migran hacia Occidente en busca de vida.

Quinta noche

En Estambul, en la plaza Taksim, un niño sirio toca un tambor de dos caras, tatúa los sonidos con sus dedos y hace hablar al retumbe que se va por las aguas del Bósforo.

Sexta noche

Los refugiados de la guerra de Siria huyen por el Mediterráneo. Una barca de migrantes sirios se hunde en septiembre de 2015. Aylan Kurdi, un niño de tres años, flota su muerte y llega a las orillas de las playas turcas.

Bombardean el mundo de las mil y una noches, bombardean Aleppo, el lugar donde hace 3.000 años imaginaron el fuego del amor árabe y al genio de la lámpara maravillosa.

Omram es un niño de Aleppo, tiene cinco años. El martes 16 de agosto vio caer bombas en vez de estrellas, vio morir a su hermano, vio gritar a los suyos. Se quedó petrificado, bañado con el polvo del cemento de su pueblo destruido.

Siria, Las mil y una noches, Simbad el Marino, Aladino, la lámpara maravillosa, Antoine Galland, el francés; Aleppo, la guerra, los misiles, Aylan Kurdi muerto, Omran petrificado. Una historia sin sintaxis. (O)

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