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El Telégrafo
Antonio Quezada Pavón

La más sucia campaña electoral

23 de marzo de 2017 - 00:00

Cada cuatro años los medios declaran que la campaña electoral que se lleva a cabo es la más sucia en la historia. Y ahora no ha sido la excepción. Pero es cierto que las campañas negativas ganan elecciones y cada una tiene su dosis de trucos sucios, sin embargo a ninguna se la puede considerar como la más sucia de la historia. Tal vez porque cada vez se ingenian nuevas artimañas o porque en nuestra historia se han dado cosas espantosas.

Hace diez años, Rafael Correa ganó ampliamente al candidato de derecha, Álvaro Noboa, con un incipiente movimiento político, Alianza PAIS, y el soporte natural de las zonas rurales, los pobres y lo que podríamos llamar la ‘gente común’ que estaba hastiada de la partidocracia. Al principio no le daban mucho chance de sobrevivencia política y se inició entre bastidores una campaña de oposición, que fue ganando agresividad e indecencia.

No hay duda de que las estrategias de campaña electoral se fundamentan en el número de esqueletos guardados en el clóset que todo político acumula en su carrera. Pero también una febril imaginación para crear calumnias y lanzar falsedades. Y hay innumerables técnicas usadas en campañas electorales negativas. La más efectiva es la publicidad atacando la personalidad del candidato, su perfil y sus opiniones. Hay dos tipos de avisos usados: atacar y crear diferencias. El ataque resalta los aspectos negativos del candidato. No hay nada positivo en una publicidad de este tipo. La publicidad de ataque identifica los riesgos asociados con el candidato, a menudo explotando el miedo de la gente, para manipular y reducir la imagen que de él  tiene el votante.

Debido a que la publicidad de ataque no tiene contenidos positivos, tiene la posibilidad de influenciar mucho más para moldear los puntos de vista de los votantes. La publicidad de contraste, por su lado, contiene información, tanto del candidato como del opositor. Por supuesto que la información acerca del candidato es positiva y del opositor es negativa. Este tipo de publicidad de contraste, compara y crea diferencias con el oponente, mediante una yuxtaposición de la información positiva del candidato con la negativa del opositor. Y precisamente, debido a que los avisos de contraste contienen información positiva, son vistos como menos dañinos en el proceso político que los avisos de ataque. Lamentablemente, la candidatura de la oposición solamente hace publicidad de ataque. Lo más común en este tipo de campaña es dibujar al candidato como blando con los criminales, deshonesto, corrupto y peligroso para la nación. Y no debe sorprendernos que una táctica común en estas campañas sucias es atacarnos acusándonos precisamente de usar una campaña negativa.

Y tenemos los trucos sucios que consisten en ‘secretamente’ filtrar información dañina para el candidato a los medios de comunicación. Esto impide su rápida reacción, lo distrae y mantiene ocupado y casi no cuesta dinero; a menos que se usen ‘testimoniales’  de gente que proporcione material que atraiga la atención de los medios; por ejemplo: ‘Capaya’ y Pedro Delgado. Pero indudablemente es un arma de dos filos, pues cuando se descubre la verdad, como ya se lo ha hecho, avergüenza al opositor (asumiendo que tiene todavía vergüenza). Y tenemos finalmente las encuestas, que son una herramienta de desinformación y un truco fino, pero pernicioso. Sin embargo, a pesar de esta campaña sucia, hemos ganado todas las elecciones en una década de paz y trabajo, y vamos a ganar esta segunda vuelta con Lenín y Jorge. (O)

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