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El Telégrafo
Fander Falconí

Guantánamo, exclusión y estereotipo

05 de julio de 2017 - 00:00

En los últimos años, después del apogeo de la televisión local, la gente dejó de hablar el mismo lenguaje audiovisual. Ya no se podía comentar: “Buen episodio el de anoche en la telenovela Amor Maldito, ¿verdad?”. Desde hace un tiempo comenzamos por preguntar: “¿Tienes cable? ¿Ves History Channel?”. Ahora la pregunta es “¿Tienes Netflix?”.

La empresa estadounidense de películas por preferencias tiene 98 millones de suscriptores que pagan el servicio en 190 países. Tan bien le fue a Netflix que empezó a producir sus propias películas desde 2013, con la serie House of Cards, una fuerte denuncia de los mismos estadounidenses contra el cinismo y la corrupción reinantes en Washington.

Dentro de esta línea de películas de ficción inspiradas en hechos reales, un filme que ha causado indignación trata de la oprobiosa cárcel de Guantánamo, territorio cubano ocupado por Estados Unidos. Camp X Ray muestra cómo una joven guardia empieza a cuestionar los procedimientos usados contra los detenidos, en una especie de síndrome de Estocolmo al revés. El caso tradicional de tal síndrome es el lazo inconsciente que establece el secuestrado con el secuestrador, para salvar su integridad física. En Camp X Ray, el secuestrado (literalmente, pues es un árabe residente legal en Alemania que fue secuestrado por la CIA) es comprendido por una cómplice de su secuestro, porque ella quiere salvar su propia salud mental.

La denuncia de los mismos estadounidenses, mediante la productora Netflix, resulta a ratos más verídica que los documentales hechos por personas extranjeras. Aquí se observa cómo los presos no son llamados así, son conocidos como ‘detenidos’ para aclarar que no están amparados por la Convención de Ginebra, sobre prisioneros de guerra. “Nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. Toda persona acusada de delito tiene derecho a que se presuma su inocencia mientras no se pruebe su culpabilidad”. En Guantánamo se violan todos esos derechos humanos contemplados por la Organización de las Naciones Unidas.

La existencia de un campo de detención ‘provisional’ que encarcela por varios años a personas que nunca fueron juzgadas, contradice los principios estadounidenses de libertad y democracia, invocados cada vez que han protagonizado intervenciones armadas en otros países. Aparte del ya mencionado vínculo entre víctima y victimario, otro fenómeno social que se observa en esta obra es la exclusión basada en el estereotipo.

Es muy fácil sentirse aparte del ‘otro’, si eso nos hace sentir superiores. Es más fácil condenar que comprender y esa debilidad humana es la que explotan los grupos extremistas. En Europa y en Norteamérica se tiende a hacer sinónimos simplistas (musulmán: terrorista, árabe: salvaje). Al hacerlo, se muestra una grave ignorancia histórica. El terrorismo ha venido de los más diversos grupos, hasta de ciertos Estados. Y los árabes han sido los transportadores de la civilización entre Oriente y Occidente. (O)

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