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El Telégrafo
Aminta Buenaño

‘Felipao’ y el racismo

22 de junio de 2017 - 00:00

“Hay dos cosas infinitas: el universo y la estupidez humana. Y del universo no estoy seguro” escribió Einstein. Y a la vuelta de la esquina nos estrellamos, en pleno siglo de la globalización y de los indignados, con muestras deleznables de esa estupidez humana. Sucedió así: Un periodista peruano Phillip Butters, en un programa deportivo, hablando sobre los encuentros de la selección de fútbol de Ecuador contra Perú, se expresó en términos ofensivos y racistas contra nuestra selección y sobre todo contra una de las glorias del fútbol nacional, ‘Felipao’ Caicedo. Butters dijo: “Los ecuatorianos no son negros, son cocodrilos de altura (…). Tú le haces (un examen de) ADN a Felipe Caicedo, no es humano, es un mono… Un gorila. Son unos negros apretados que te muerden y te da ébola”.

Ante estos insultos ‘Felipao’ contestó: “Gracias a toda la gente que se ha manifestado en contra del racismo, tengo claro que este señor no representa Perú, solo representa la falta de valores, complejo y odio...”.  Los comentarios de Butters desataron una ola de indignación no solo de los colectivos afrodescendientes -en Latinoamérica alcanzan a más de 150 millones de personas- sino de la gente común y se viralizó en las redes del mundo.

La Cancillería ecuatoriana protestó de manera oficial, el presidente Moreno y el expresidente Correa se solidarizaron con ‘Felipao’, el Ministerio de Cultura de Perú rechazó las declaraciones de Butter y este, de forma desafiante, no presentó disculpas públicas de manera inmediata, como correspondía; sino que respondió a sus censuradores tildándolos de ‘babosos’ y, días más tarde, explicó que todo había sido una broma, parte de un comentario futbolero; para vergüenza de la decencia pública.

Estos comentarios tóxicos, más cercanos a un diván de psiquiatra que merecedores de un micrófono, solo muestran la punta del iceberg de un gravísimo problema que se vive no solo en el fútbol, sino en todas las instancias de la vida cotidiana: la furiosa agresividad de una mentalidad racista pervive en el imaginario colectivo, que suele aceptar estos comentarios como algo trivial, ligero, futbolero, como una broma y nada más. Ser negro en Ecuador y en el mundo sigue siendo un infortunio, motivo de discriminación y desprecio, por más leyes que existan, si continúa la permisividad y tolerancia social ante las múltiples ‘bromas’, lenguaje y chistes racistas.

Por pensar como Butters, sociedades secretas como el Ku Klux Klan linchaban, quemaban y asesinaban a los negros, Hitler mató a millones de judíos y hubo muchas guerras por ‘limpieza étnica’. Para erradicar esa abominable discriminación luchó toda una vida Martin Luther King, Nelson Mandela pasó 27 años en la cárcel y la humilde Rose Park se atrevió a desafiar el establishment.

El comentario no es ligero, gratuito,  ingenuo o inofensivo, cualquier analista lo sabe. Es un lenguaje violento, visceral y de odio. Muestra una tara, una construcción social que hay que combatir, rechazar y denunciar en todos los frentes. Es un comentario público que incita al odio, aunque se hable de fútbol. Todo lo contrario al deporte, que es unión, amistad, competencia sana. El periodismo debe orientar, educar e informar; no puede ser una tribuna para agredir, insultar e irrespetar la dignidad humana. No podemos ser tolerantes con los intolerantes, ni normalizar lo anormal ni legitimar lo ilegítimo.

Callar es institucionalizar el odio, por eso es muy importante visibilizar todas estas muestras grandes o pequeñas de racismo para que sean objeto del rechazo, repudio y sanción moral y legal, porque casi siempre todos los racistas son xenófobos, machistas, misóginos y homofóbicos; es decir, todas las taras sociales que ponen un puñal en el corazón de la convivencia pacífica de los pueblos y han justificado históricamente una estructura racista de poder que condujo al genocidio, la esclavitud, el colonialismo y el neocolonialismo. Al asesinato de la paz. Definitivamente no debe quedar en la impunidad ningún ataque racista, aunque sea una broma. (O)

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