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El Telégrafo
Sebastián Vallejo

El país de los inescrupulosos

21 de abril de 2017 - 00:00

En un país donde existen severas denuncias de corrupción, existen demasiados inocentes. Los mayores y más públicos casos de corrupción no están resueltos o se han resuelto a medias. Si bien ya hay diez sentenciados a prisión por el caso Petroecuador, entre ellos la estrella de YouTube Carlos Pareja Yannuzzelli y el otro exgerente de Petroecuador, Álex Bravo, hay todavía muchas preguntas por responder, por parte de una administración que no ha manejado de la mejor manera las acusaciones, y que ha decidido valorar más las afecciones personales que los procesos administrativos. Confianza que ya ha sido abusada en más de una ocasión, como lo demuestran los fugados. En estas condiciones, y a medida que más casos de corrupción se van descubriendo, lo que más extraña es la sensibilidad de los acusados, tanto los culpables como, en este caso, los inocentes. La querella interpuesta por el contralor Carlos Pólit contra los miembros de los Comisión Nacional Anticorrupción (CNA) por calumnias es un ejemplo.

Hace un año, la CNA, una iniciativa ciudadana, denunció ante la Fiscalía sobre un posible sobreprecio de 50 veces más respecto del valor real de un terreno para la construcción de la Refinería del Pacífico. Ante la demanda, Pólit señaló que los comisionados son “gente inescrupulosa que utilizó (los informes de la Contraloría sobre la Refinería) para autodenominarse los éticos de esta patria”. Añadió que es correcto que la ciudadanía presente denuncias, “pero no cuatro, diez o doce señores que se juntan para autodenominarse Comisión Anticorrupción”. Primero, una iniciativa ciudadana es válida así los ciudadanos no le caigan bien al Contralor. O así sea conformada por ciudadanos ilustres o por perfectos desconocidos. La Revolución Ciudadana se suponía que buscaba democratizar esta práctica. El hecho de que el Contralor descalifique a la CNA es un reflejo de una actitud más amplia que se ha tenido contra los movimientos ciudadanos. No pueden ser válidas únicamente las iniciativas que le cantan loas a los funcionarios.

Este tipo de iniciativas, como la del CNA, debe ser replicado, no castigado. El aparato estatal ha demostrado cierta parsimonia ante los casos de corrupción, y siempre ayuda que los acusados no estén inmiscuidos dentro del gran sistema que los está investigando. Algo que, en esencia, es el punto de las iniciativas ciudadanas. Pero lo que termina haciendo Pólit con su contrademanda, y la justicia aceptándola, es lo contrario.

Al final, la acusación de la CNA tiene mucho sentido. Pólit es el encargado de controlar que no existan irregularidades en la contratación pública. Existen irregularidades multimillonarias. Por lo tanto, es válido sospechar que, como Contralor, es responsable de la impunidad a pesar de estas irregularidades. Que la acusación sea o no verdad, es cuestión de la Corte dictaminarlo (y lo hizo, dándole la razón a Pólit). Pero no puede ser temeraria una acusación que cae dentro del espectro de lo posible. Por la naturaleza de su función, hay una duda razonable al pensar que existen irregularidades en el organismo de control que no está controlando o está fallando en su intento.

En este tiempo de transición es un buen momento para que el Gobierno entrante haga un mea culpa profundo sobre la corrupción y, más que nada, sobre la actitud que piensa tomar frente a ella (y quienes la investigan y acusan). No solo para resolver los casos que existen, sino también para evitar que se repitan en el futuro. Si quieren que “gente inescrupulosa” no los acuse, en vez de demandar más, deberían asegurarse de que se robe menos. (O)

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