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El Telégrafo
Lucrecia Maldonado

De lo que estamos hechos

01 de marzo de 2017 - 00:00

Era lunes en la noche cuando llegó a mi bandeja de entrada de una red social un mensaje de alguien conocido. Su reclamo iniciaba con la frase: “Realmente no entiendo tu pensar ni tu sentir…”. Concepto simple, pero por otro lado de profundo significado: realmente no entiendo tu pensar ni tu sentir porque no son iguales a los míos. Mejor aún: no entiendo lo que no avala ‘mi’ pensar ni ‘mi’ sentir, lo cual se podría resumir en un no puedo aceptar la otredad como un modo válido de estar en el mundo.

No fue la única. En mis redes sociales, gente que jamás me da un ‘me gusta’ o me pone un comentario, y que en resumidas cuentas no tendría por qué hacerlo, se manifestó de maneras airadas, desmintiendo todos y cada uno de los estados que compartía, burlándose, iniciando frases y párrafos tremendamente irrespetuosos con la famosa frase “con todo respeto…”. Los niveles de agresividad verbal alcanzaron unas cotas impresionantes. Gente que aseguraba quererte mucho, respetar tu disenso, y que a continuación escribía una monografía de mil palabras sobre por qué no debes pensar como piensas… pero, más que argumentos, eran textos que rezumaban prepotencia, amargura, rabia, agresividad mal disimulada y peor contenida.

No se trata de saber de qué lado está el atacante. Sin embargo, en las manifestaciones frente al CNE pudimos ver la espeluznante escena: un niño mostrando ante una ventana una horca de la cual se había colgado a un cordero de peluche. Pueden intentar explicarlo de la manera que deseen. Digan lo que digan, el horror está ahí. Así como la amenaza de incendiar simbólicamente Quito con la anuencia de un alcalde que para todo lo demás ha demostrado una crasa ineptitud. O las rondas de insultos y ‘memes’ que circulan de lado y lado en todas las redes. Y la arrogancia de pretender que si las cosas no son como yo digo, no sirven.  

También están los crueles memes y discursos en medios que aluden a la condición de Lenín Moreno como persona con discapacidad, y la justificación del mensaje en Whatsapp de que es ‘una campaña de los mismos de Alianza PAIS para desprestigiar a la oposición’, junto al pedido de que ya no se replique porque… ¡Por Dios! ¿Qué nos pasa? ¿Es que acaso no podemos inventar un argumento que no sea ataque y que no insulte la inteligencia ajena? Los trinos –falsos o verdaderos– en Twitter atacando desde los insultos más soeces y brutales a la votación de Manabí porque ahí Lenín ganó las elecciones con un amplio margen. Lo peor es que esos exabruptos vienen de quienes de seguro han atacado sin cesar la supuesta prepotencia de Rafael Correa, la supuesta falta de libertad de expresión (siempre que no sea la ajena) y la más supuesta ausencia de libertades.

Es hora de mirar desapasionadamente los hechos y de evitar los discursos que pretenden defender lo indefendible: la horca y la hoguera, métodos preferidos por los más totalitarios regímenes de la historia y que aluden a instituciones tan nefastas como el Tribunal del Santo Oficio, métodos que, por otro lado, no han sido ni siquiera mencionados por los partidarios de Lenín Moreno. Los insultos soeces y los deseos admonitorios de un nuevo terremoto, un tsunami o cosa parecida no vienen de las filas oficialistas. La actitud y el discurso de Lenín han preconizado todo el tiempo la reconciliación y la inclusión.   

Quienes usan epítetos como ‘manabas brutos o ‘borregos sanducheros’, los que se burlan de una persona con discapacidad y proponen la muerte y la destrucción como estrategias de presión incluso antes de saber si serán elegidos son otros. Y creo que es necesario que todos lo tomemos en cuenta en el momento de decidir nuestro voto. (O)

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