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El Telégrafo
Arnold August

Cuba ante los embates del Irma

01 de octubre de 2017 - 00:00

Durante una de mis numerosas llamadas telefónicas a La Habana, uno y dos días después de que el huracán Irma hiciera sentir su furia en la capital, y mucho más directamente sobre gran parte del territorio del litoral norte del país, todos insistieron de forma unánime en que la situación del país era “crítica”, después de haber sufrido los estragos del meteoro más devastador de los últimos 85 años. Esto coincide con el mensaje de Raúl Castro al pueblo, cuando dijo: “Nadie debe dejarse engañar; la tarea que tenemos ante nosotros es enorme”. Otro colega señaló que la solidaridad –característica de los cubanos– se fortaleció y generalizó inmediatamente ante los embates de Irma sobre La Habana.

En un pequeño edificio de apartamentos, por ejemplo, sin electricidad ni gas para cocinar, una familia utilizaba el carbón de leña para preparar la comida para todos los residentes, utilizando los alimentos que estaban pereciendo en sus refrigeradores. Una colega, una periodista, relató cómo ella fue capaz de cumplir el plazo fijado por su noticiero a pesar de que el edificio de oficinas donde trabajaba permanecía sin electricidad, gracias a que se le ofreció acceso a la sede de otro medio de noticias. ¡Difícilmente podría imaginarse que un hecho ocurriese en EE. UU! ¿Colaborarían CNN y FOX de esa manera? ¿Compartiría el capitalista The New York Times sus oficinas con su acérrimo competidor The Wall Street Journal? De la misma manera, en Canadá, ¿podría alguien imaginar tal cooperación entre los archirrivales TheGlobe and Mail y el Toronto Star? Esta es tan solo una de las grandes ventajas de la prensa cubana, al no estar controlada por el sector privado. Los ejemplos precedentes y otros más incontables se reflejan también en la declaración de Raúl: “con un pueblo como el nuestro, ganaremos la batalla más importante: la recuperación”.

De hecho, apenas tres días después de estas primeras conversaciones telefónicas, las mismas personas reportaron que la electricidad y el gas ya se estaban restableciendo, pero que, lamentablemente, muchos pequeños pueblos de la costa norte habían sido devastados, hasta el punto de que las viviendas y los servicios normales aún estaban lejos de recuperarse.

Las palabras que siguen a continuación podrían despertar algún interés o provocar discusiones polémicas. Es un hecho histórico que la Revolución Cubana ha sobrevivido en contra de todas las probabilidades y predicciones, a pesar de, entre otros factores, las cinco décadas de bloqueo y el estremecimiento ocasionado por la caída de la URSS y el campo socialista, lo que se suponía que sería la sentencia de muerte de la revolución socialista. Por el contrario, en lugar de simplemente sobrevivir, Cuba ha evolucionado –social y culturalmente– y constituye un modelo sin precedentes de la solidaridad internacional, y ello dentro de los límites del bloqueo, cuyo objetivo debe ser siempre recordado: el prolongado genocidio del pueblo cubano, para que este deserte de la Revolución.

Mientras que las ciencias sociales aún están lejos de poder ofrecer un análisis exhaustivo, dar una explicación o alentar este fenómeno excepcional de la Revolución de Cuba, el uso metafórico de las ciencias naturales puede ayudarnos en esta reflexión. Charles Darwin demostró que, como parte de la evolución natural, solo los más aptos sobreviven a la extinción. La Revolución Cubana es la “más apta”, en el sentido de que se ha impregnado de la inmensa mayoría del pueblo y su nación para superar incluso los desafíos más difíciles y aparentemente invencibles.

La mentalidad de negarse a aceptar la derrota se reflejó también en el llamado que hizo Raúl a su pueblo, cuando concluyó: “Enfrentemos la recuperación con el ejemplo del Comandante en Jefe de la Revolución Cubana, Fidel Castro Ruz, quien con su permanente fe en la victoria y férrea voluntad nos enseñó que no existen imposibles. En estas difíciles horas, su legado nos hace fuerte y nos une.” A través de su pensamiento, acción y ejemplo, Fidel es a la vez el principal impulsor y guía de la Revolución Cubana. Él encarna esa voluntad de hierro para repeler los ataques de todas las tendencias hostiles dentro y fuera de Cuba, para triunfar sobre cualquier reto que se interponga en su camino y, así, salir victorioso.

El pueblo cubano ha demostrado ser líder mundial en lo que se refiere a la solidaridad internacional, y, tras el paso de Irma, el amor que han extendido a otros ha sido recompensado con el rápido apoyo material y moral de Rusia, Vietnam y de los países de América Latina. Por ejemplo, en una reunión de información después del huracán, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, con su estilo chavista, mostró un video de un avión Hércules cargado con material de apoyo, aterrizando en una improvisada pista autorizada por el gobierno cubano, antes de la reapertura del aeropuerto de La Habana.

Más que nunca, Cuba necesita y merece ese apoyo material y moral. Pero, mientras recibe este tipo de solidaridad proveniente de todo el planeta, Trump ratificó la denominada Ley de Comercio con el Enemigo y, una vez más, el 13 de septiembre hizo una declaración acerca de las supuestas violaciones de los derechos humanos en Cuba y Venezuela, seguida por una insensible declaración de su Secretario de Estado, Rex Tillerson. El 16 de septiembre, éste afirmó, a la luz de la presunta y totalmente infundada interferencia sónica por parte de Cuba contra los diplomáticos estadounidenses en La Habana, que Estados Unidos está considerando el cierre de su embajada en La Habana. Lo afirmó con una total insensibilidad frente al sufrimiento del pueblo cubano causado por el huracán Irma: “Es un problema muy grave con respecto al daño que ciertos individuos [diplomáticos estadounidenses] han sufrido”.

El gobierno canadiense de Justin Trudeau hace parte de aquellos países occidentales que no han expresado ninguna declaración de apoyo o de solidaridad con Cuba. Es una triste realidad, dada la especial relación de Canadá con Cuba, país con el que nunca ha roto relaciones diplomáticas. De hecho, el padre de Justin Trudeau fue el primer líder de Occidente en visitar a Cuba y expresar su solidaridad con Fidel Castro y “Cuba Libre”. Justin Trudeau visitó a Cuba y se reunió con Raúl Castro tan solo algunos días antes de que Fidel Castro falleciera. Durante varias décadas, además, Canadá ha sido la mayor fuente de turismo para Cuba, hasta el punto de que millones de canadienses han visitado la isla, no solo una vez, sino en múltiples ocasiones, haciendo de Cuba, para muchos, prácticamente un hogar en la distancia.

Podemos abrigar la esperanza de que el gobierno de Trudeau rectifique y exprese al menos su apoyo moral, el cual daría un gran aliento a los cubanos, conscientes de la especial relación Canadá-Cuba, forjada en cierta medida por la tradición de Trudeau. Dado que el apoyo financiero y material se necesita urgentemente, Canadá debería superar la burocracia que se ha impuesto a sí misma y proporcionar una ayuda inmediata. Según el sitio web de la Misión cubana en Ottawa, lo primero en la lista de necesidades son materiales de construcción. Canadá ocupa el quinto lugar en el mundo en producción de madera y oscila entre el primer y segundo lugar como exportador de productos de madera. ¿No debería Canadá examinar inmediatamente la superación de cualquier obstáculo y hacer uso de este abundante recurso natural, tan necesario para Cuba en la actual crisis?

En contraste con los gobiernos de Canadá, Estados Unidos, el Reino Unido e Irlanda, las organizaciones de solidaridad y otras instituciones en esos países y el resto de Europa, Australia y Nueva Zelandia están haciendo todo para recaudar fondos de ayuda a nivel comunitario, con el fin de apoyar a Cuba. Aun cuando todos los países del Caribe también necesitan este apoyo, Cuba fue la más afectada en términos de la cantidad de infraestructura y el número de personas afectadas por Irma. Es también una cuestión política, en términos de apoyo a la supervivencia de la Revolución Cubana, que ahora enfrenta un desafío climático sin precedentes. Adicionalmente, aún quedan cerca de tres meses para que termine la temporada de huracanes, como lo han señalado algunos de mis colegas en La Habana.

Cuba también se enfrenta a una nueva campaña de desinformación por parte de los medios de comunicación occidentales y otros. Muchos de ellos parecen gozar a sus anchas al describir el estado “deteriorado de las viviendas y otras estructuras y los techos”, lo que en alguna medida es cierto, especialmente en ciudades como La Habana. Pero ¿es esto una característica inherente al sistema cubano? La impresión que algunos procuran dar es que cualquier problemática asociada a la vivienda y la infraestructura es enteramente responsabilidad de Cuba, y que ello constituye la prueba del “fracaso del socialismo”. Sin embargo, ¿qué se dice acerca del impacto del bloqueo, totalmente ignorado en estos informes o reducido a una nota de pie de página?  Como dijeron unos de mis amigos consultados en Cuba: “No es casual que oculten o minimice el peso del bloqueo.”

El efecto acumulativo del bloqueo desde 1961 obstaculiza gravemente el normal desarrollo económico de Cuba. El bloqueo es en sí mismo el resultado del propósito genocida de doblegar a Cuba y obligarla a rendirse ante el imperio estadounidense. Viendo la TV cubana durante el paso de Irma e inmediatamente después, es evidente que el bloqueo ha tenido un efecto exponencial en los daños, como sucede ahora con la recuperación. Tomemos, por ejemplo, el tema de la construcción y las infraestructuras, donde es más probable que las viviendas y edificios “deterioradas” sean una consecuencia directa del bloqueo, que produjo daños por $30.868.200 en un solo año entre 2015 y 2016. Una de las principales causas de los daños fue la falta de acceso a tecnologías de construcción livianas y a componentes energéticos eficientes, disponibles en el mercado estadounidense, o producidos por filiales de empresas estadounidenses. ¿Podría ser esta la causa principal del estado “deteriorado” de las viviendas y techos sin desconocer las insuficiencias internas de Cuba?

Esta situación requiere que, quienes estamos fuera de Cuba, contrarrestemos la campaña de desinformación contra la Revolución Cubana y exijamos el levantamiento completo del bloqueo, como parte de nuestra expresión de solidaridad financiera, material y moral con Cuba. (O)

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