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El Telégrafo
Arnold August

Columnista invitado

Cuba ante los embates de Irma

27 de septiembre de 2017 - 00:00

Durante una de mis numerosas llamadas telefónicas a La Habana, uno y dos días después de que el huracán Irma hiciera sentir su furia en la capital, y mucho más directamente sobre gran parte del territorio del litoral norte del país, todos insistieron de forma unánime en que la situación del país era crítica, después de haber sufrido los estragos del meteoro más devastador de los últimos 85 años. Esto coincide con el mensaje de Raúl Castro al pueblo, cuando dijo: “Nadie debe dejarse engañar; la tarea que tenemos ante nosotros es enorme”. Otro colega señaló que la solidaridad –característica de los cubanos– se fortaleció y generalizó inmediatamente ante los embates de Irma sobre La Habana.

En un pequeño edificio de apartamentos, por ejemplo, sin electricidad ni gas para cocinar, una familia utilizaba el carbón de leña para preparar la comida para todos los residentes, con los alimentos que estaban pereciendo en sus refrigeradores. Una colega, una periodista, relató cómo ella fue capaz de cumplir el plazo fijado por su noticiero, a pesar de que el edificio de oficinas donde trabajaba permanecía sin electricidad, gracias a que se le ofreció acceso a la sede de otro medio de noticias.

¡Difícilmente podría imaginarse que un hecho así ocurriese en EE.UU! ¿Colaborarían CNN y Fox de esa manera? ¿Compartiría el capitalista The New York Times sus oficinas con su acérrimo competidor The Wall Street Journal? Esta es tan solo una de las grandes ventajas de la prensa cubana, al no estar controlada por el sector privado.

Las palabras que siguen a continuación podrían despertar algún interés o provocar discusiones polémicas. Es un hecho histórico que la Revolución Cubana ha sobrevivido en contra de todas las probabilidades y predicciones, a pesar de, entre otros factores, las cinco décadas de bloqueo y el estremecimiento ocasionado por la caída de la URSS y el campo socialista, lo que se suponía que sería la sentencia de muerte de la revolución socialista. Por el contrario, en lugar de simplemente sobrevivir, Cuba ha evolucionado -social y culturalmente- y constituye un modelo sin precedentes de la solidaridad internacional.

El pueblo cubano ha demostrado ser líder mundial en lo que se refiere a la solidaridad internacional, y, tras el paso de Irma, el amor que han extendido a otros ha sido recompensado con el rápido apoyo material y moral de Rusia, Vietnam y de los países de América Latina. El Gobierno canadiense hace parte de aquellos países occidentales que no han expresado ninguna declaración de apoyo o de solidaridad con Cuba. En contraste con los gobiernos de Canadá, EE.UU., Reino Unido e Irlanda, las organizaciones de solidaridad y otras instituciones en esos países y el resto de Europa, Australia y Nueva Zelanda están haciendo todo para recaudar fondos de ayuda a nivel comunitario, con el fin de apoyar a Cuba.

El efecto acumulativo del bloqueo desde 1961 obstaculiza gravemente el normal desarrollo económico de Cuba. El bloqueo es en sí mismo el resultado del propósito genocida de doblegar a Cuba y obligarla a rendirse ante el imperio estadounidense. Viendo la TV cubana durante el paso de Irma e inmediatamente después, es evidente que el bloqueo ha tenido un efecto exponencial en los daños, como sucede ahora con la recuperación.  Esta situación requiere que, quienes estamos fuera de Cuba, contrarrestemos la campaña de desinformación contra la Revolución Cubana y exijamos el levantamiento completo del bloqueo, como parte de nuestra expresión de solidaridad financiera, material y moral con Cuba. (O)

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