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El Telégrafo
César Hermida

Ciencia y magia

04 de marzo de 2017 - 00:00

La ciencia se sustenta en hechos demostrables del mundo natural. La medicina muestra evidencias para el diagnóstico y tratamiento de las enfermedades del cuerpo. Es la vertiente racionalista que ha dominado la cultura occidental de tal modo que obligó a mirar a la fantasía (los libros de Harry Potter, por ejemplo) y a la magia como poesía, en la búsqueda de lúdicos anhelos.

La población aún cree en la magia, milagros, mitos, supersticiones. Las creencias ayudan a soportar los miedos y las desgracias, pero su esencia es sobrenatural, han sido producidas por los propios seres humanos, predicando castigos para la obediencia y resignación, a fin de mantener los mecanismos de poder y opresión. En el pensamiento ancestral la magia es el daño provocado con malas artes por otra persona.

Son enfermedades “de los hombres” (subjetivas como el “espanto”, el “ojo”, el “mal viento”). El daño puede evitarse y curarse con ritos (del shaman o yachac) apelando a fuerzas benéficas igualmente sobrenaturales. Otras enfermedades, las “de Dios”, son consideradas castigos, naturales y orgánicas, individuales o epidémicos, que, por la influencia de la cultura occidental “pueden curar los doctores con remedios de botica” (Eduardo Estrella, Medicina aborigen, Quito 1977).

El mal de la pérdida de la juventud (Fausto de Goethe, Dorian Grey de Wilde) o la falta de riqueza (En Mulata de Tal de Miguel Ángel Asturias), siempre pudo combatirse, pero vendiendo el alma al diablo, precisamente al representante del propio mal que oferta engañosamente ese bien. La religión asegura que, con el milagro, el bien corrige el mal, con la imploración a un agente celestial, con o sin intermediario de la divinidad.  Así se logra el efecto sobrenatural beneficioso.

El mito es creación subjetiva que se ha tornado histórica, aunque con tintes sobrenaturales, a partir de una realidad, por lo cual se cree en su existencia.  El mito de Quijote y Sancho, creado por Cervantes, es propio del mundo fantástico subjetivo, representado por el primero en contraposición al Sancho realista. Los mitos de los dioses del Olimpo, son otros ejemplos. Son como la poesía, una evasión placentera. El mago, que fascina con trucos al auditorio, también puede convertirse en mito. Las supersticiones, en cambio, son temores, prejuicios, supercherías, engaños, muchos transformados en mitos (el No. 13, el gato negro).

Magia, milagros, mitos, son frutos de la imaginación, creados por el poder, paradójicamente para paliar miedos y temores sobrenaturales generados por el propio poder. (O)

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