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El Telégrafo
Gustavo Pérez Ramírez

Casino S.A.

10 de octubre de 2017 - 00:00

En el antiguo local del casino del hotel Quito, hoy de propiedad de inversores de la República Popular China, a comienzos de octubre hubo un inusual movimiento de trabajadores, que comenzaron por restaurar el rótulo Casino S.A.

Ante lo que viene sucediendo en el país, parecía que se había dado otro paso de desmantelamiento de logros de la Revolución Ciudadana. De ahí que el 4 de octubre me dirigí al local para informarme  de lo que ocurría. En el pórtico, una de las limpiadoras me dijo que “el casino” se inauguraba esa misma noche a partir de las 7 p.m. Ante tan contundente noticia, fui al hotel para conocer con qué autorización se procedía. Me enteré entonces de la engañosa táctica para atraer al público a una ‘discoteca’ denominada Casino S.A. ¿O será un globito de ensayo?

No es tranquilizante del todo; cabe pensar que puede ser un primer paso, quizás no tan ingenuo, en vana espera de un quiebre total con la Revolución Ciudadana, que privaría a los ciudadanos de reconocidos beneficios, que provienen de conquistas mediante el voto en consultas populares, como la del 7 de  mayo de 2011, en la que la mayoría, con 3’951.787 votos, estuvo de acuerdo por la eliminación de casinos y salas de juegos de azar, lugares de lavado de dinero, de vanas ilusiones de riqueza, financiamiento de terrorismo, perdición para la juventud, ruina de familias y templos del neoliberalismo, donde se predica el enriquecimiento fácil y se estimula el consumismo, a las antípodas de una verdadera revolución. Recuérdese lo que era la Cuba de la época batistiana, donde la mafia gringa imperaba desde los casinos. No exagero.

Los remito a la película Casino, 1995, dirigida por Martin Scorsese, con Robert De Niro y Sharon Stone, que se promueve comercialmente en estos términos: “Un cuento de codicia, engaño, dinero, poder y asesinato ocurre entre dos mejores amigos: una mafia y un ejecutivo de casinos, compiten entre sí sobre un imperio de juego y una vida de amores fugaces”.

Quienes estén a la búsqueda de que se legalicen de nuevo los casinos, que no serán pocos y con buenos padrinos, podrían alegar que faltó una pregunta en la consulta popular. Al fin y al cabo, “está orientada a desmontar la RC, liquidar sus liderazgos y cambiar la correlación de fuerzas en el Estado a favor de las oligarquías y el corporativismo”, como sostiene la exministra de Cultura, y por otra parte, Guillermo Lasso anuncia que va a defenderla, habiéndola hecho suya.

Para la Revolución Ciudadana, los casinos deterioran moralmente a la sociedad, generan deudas ilegales, evaden impuestos y son usados para lavar dinero, como argumentó el presidente Correa. Esperamos que se mantenga su ilegalidad. Aunque habrá la presión financiera a favor de su legalidad de parte de la Asociación de Casinos y Bingos (Ascabi), y del grupo español Cirsa y el franco-austríaco Montecarlo.

Cabe citar a Jorge L. Romo: “El sector de juegos de azar, apuestas y casinos, es uno de los más propensos y susceptibles de ser utilizados para lavar dinero,… en nuestro país no existe la regulación jurídica suficiente para imponer medios de control, regulación y supervisión claros a los permisionarios en materia de juegos de azar y sorteos, lo cual convierte a este rubro de actividades comerciales y de diversión en uno de los más atractivos para los brazos financieros de las organizaciones delictivas”.
Es imperioso que la ética sea el fiel de la balanza a la hora de las definiciones. (O)

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