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El Telégrafo
Werner Vásquez Von Schoettler

Cambios y continuidades

17 de octubre de 2016 - 00:00

El comportamiento de los sectores de derecha en este tiempo electoral demuestra que eso de que “la ideología no importa” no ha sido tan así. Son los valores, las creencias; cómo observamos el mundo, cómo queremos que sea el futuro, lo que guía a todo ser humano, y, más aún, a cualquier organización que tenga como objetivo hacer política.

El costo de decir a los cuatro vientos que la ideología es cosa secundaria, ahora se manifiesta en la incapacidad de ponerse de acuerdo y que prime por sobre el interés general, el interés personal. Parece que está de moda ser político o mejor dicho ser candidato a cualquier puesto. Entonces, los que quieren ser candidatos a la presidencia y el necesario respaldo que necesitan, termina fragmentándose.

Esa estrategia de la derecha de lanzar precandidatos para fragmentar el potencial voto y de esa manera presionar a los otros grupos para imponer su lista de candidatos a la Asamblea Nacional, termina siendo un juego peligroso. Vemos a los dirigentes de organizaciones que bailan, son “caderitas” para conversar con unos y con otros, a ver quién ofrece más. Ya a un prefecto por ahí le salió el tiro por la culata por andar coqueteando con quien más puede.

Peor aún, la derecha electoral, ha querido apropiarse de la visión de cambio, pero resulta que se comporta como siempre: proponiendo un país del pasado, instituciones del pasado, un modelo económico que fracasó antes y que nos llevó a la banca rota. Proponen más mercado sin regulación alguna, privatización de los sectores estratégicos, liberalizar la banca y los mercados financieros. Exactamente lo que ofrecieron en el pasado y que terminó de hundirnos a todos. Los que quebraron al Ecuador quedaron impunes. Entonces, su visión del cambio es la continuidad del Ecuador de antes del 2007. Basta revisar sus propuestas de programa de gobierno para quedarse sorprendido de la escasez de iniciativas; todas se basan en desmontar ese mito que crearon ellos mismos del “correísmo”.  

Y para colmo de males, la izquierda precipitada, que reconoce, supuestamente, la importancia de la ideología, resulta que actúa peor que esa derecha. Con su ambición de ocupar algún puesto en la Asamblea, han demostrado que pueden aliarse con quien sea para lograrlo. Eso es la evidencia de que perdieron sus valores ideológicos y solo quedan algunas banderas, sus colores, algún perfil revolucionario, mientras que sus acciones están bien apegadas a la ideología que dijeron siempre combatir.

El descaro de todas estas falacias es que cierta “Cámara” ha tenido que intentar hacer una hoja de ruta para un gobierno de derecha. Y sinruborizarse propone eliminar todas las inversiones sociales, desmontar el marco constitucional que da soporte al cumplimiento de los derechos sociales…

La continuidad de un proyecto político debe ser en el marco de las cambios que la sociedad exige, los nuevos desafíos que los ciudadanos deben asumir. Aquí no hay un dilema entre continuidad y cambio. El cambio es necesario, fundamental y es una exigencia social pero en el marco de lo alcanzado.

En el marco de una Constitución que rige desde el 2008. Avanzar en el cumplimiento de lo que manda esa Constitución ya es de por sí lo más revolucionario que un proyecto político puede proponer. El cambio está ahí pero debe ser realizado conjuntamente con una ciudadanía que no renuncie a su responsabilidad a transformar el Estado y la Nación. (O)

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