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El Telégrafo
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En 1924, los hermanos Francisco y Antonio Dalmau levantaron la imponente infraestructura

La Fábrica Textil Imbabura guarda el pasado industrial de Antonio Ante

La maquinaria era inglesa y alemana, algunos artefactos datan de 1900. Actualmente los equipos se han mantenido en el lugar. y forman parte del museo.
La maquinaria era inglesa y alemana, algunos artefactos datan de 1900. Actualmente los equipos se han mantenido en el lugar. y forman parte del museo.
Foto: Mario Egas / El Telégrafo
15 de octubre de 2016 - 00:00 - Rut Melo

En 1924  se estableció en la parroquia urbana Andrade Marín, en el cantón Antonio Ante, a 4 kilómetros de Atuntaqui, una de las primeras industrias del país, la Fábrica Textil Imbabura. Comenzó produciendo hilos y telas, pero con el tiempo la factoría se profesionalizó y conquistó el mercado nacional.

Los Dalmau, 2 hermanos españoles de Cataluña, decidieron instalar esta planta en la provincia de Imbabura, luego de su éxito con los talleres textiles en Riobamba (El Prado) y en Ambato (La Industria Algodonera).

Según Mauricio Ayala, jefe de Turismo y Cultura del Municipio de Antonio Ante, existen 3 motivos para que estos terrenos fueran escogidos para la construcción.

La primera razón es que la línea férrea pasaría cerca de los predios; la segunda, por poseer una ubicación estratégica, ya que en el sector del Valle del Chota se cultivaba algodón; y finalmente porque esta factoría tendría una buena comercialización del producto, pues se encontraba cerca de varios pueblos y ciudades.

La Fábrica Textil Imbabura intervino en situaciones culturales, políticas, sociales y económicas de la localidad. Fue tal la importancia de esta industria para la comunidad que se creó un dispensario médico, se construyó una planta eléctrica que abasteció al taller y a la ciudad, se edificaron barrios obreros y se fundó la Asociación de Empleados Atuntaqui.

“Es aquí donde nacen los primeros grupos de sindicalistas de la provincia”, indicó Ayala.

La producción comenzó a inicios de 1926, para esa fecha el tren todavía no llegaba al caserío; por ello fue necesario que toda la maquinaria inglesa y alemana sea transportada a lomo de mula desde Quito.

Su manufactura fue creciendo y decreciendo al ritmo del país: a fines de los sesenta, comenzó a perder ventas debido a la competencia en el mercado textil, a las nuevas fibras y a la maquinaria de la época.

Se trató de instaurar una nueva administración con empresarios locales, pero nunca llegó a tener una producción como la del inicio.

Según el artesano Marco López Villegas, quien trabajó en los setenta en la Fábrica Imbabura, los empresarios comenzaron a tener deudas y al no poder mantener en pie la factoría se decidió cerrarla definitivamente en 1997.

“Algunos empleados negociaron la maquinaria cuando la empresa se quedó en bancarrota, después de eso quedó en total abandono, había denuncias de personas que llegaban con camiones y saqueaban el lugar”, precisó.

Este extrabajador creó, hace más de 35 años, su propia empresa textil (Confecciones Mary), en la que ofrece todo tipo de ropa desde prendas básicas, ropa deportiva, uniformes, impresiones xerográficas en tela y bordados.

Como parte de la Asociación Interprofesional de Maestros Artesanos acoge dentro de su compañía a 15 trabajadores.

Darío Calderón (31 años) es uno de ellos y señala que en su familia él es parte de la tercera generación que se dedica a los textiles. “Las nuevas generaciones apoyamos y difundimos el trabajo artesanal para que los consumidores se den cuenta de la importancia de este tipo de productos porque tienen historia, tradición y conciencia ecológica”, manifestó.

La confección de ropa sigue  fuerte en Imbabura, según Gustavo Ávila, estampador de telas. Explica que actualmente se producen 10 mil prendas por mes en esta empresa, y aspira a tener en un futuro su propio negocio.

“La industria especializada en la fabricación de prensas y tejidos se cimentó en los ochenta, pero ahora los jóvenes empresarios buscamos mejorar la tecnología y ampliar los mercados”.

Tiene máquinas que datan del siglo pasado

En marzo de 2008, el Ministerio Coordinador de Patrimonio Natural Cultural, intervino las instalaciones de la Fábrica Imbabura para su recuperación, convirtiendo este espacio en un centro cultural del cantón y del norte del país.

En el museo textil, los visitantes pueden conocer las 4 áreas de exhibición que resguardan la historia, la cultura, la innovación tecnológica y el sindicalismo de la época.

Reposan máquinas que datan de los años 1900, las cuales evidencian la grandeza y magnitud del trabajo fabril de la época y que se constituye en la cuna del actual desarrollo de la industria textil de la ciudad de Atuntaqui.

Fue una de las 15 industrias que en la década de los treinta se crearon en el Ecuador, pero “sin lugar a dudas, fue el centro industrial más importante que se ha establecido en el cantón y la provincia de Imbabura”, indicó Mauricio Ayala, jefe de Turismo.

Cuenta con uno de los teatros más grandes del norte del país con capacidad para 437 personas. “Ahí se puede desarrollar cualquier tipo de eventos para que los artistas impulsen sus trabajos”, señaló Juan Carlos Lema, director provincial del Ministerio de Cultura y Patrimonio.

También se puede disfrutar de la gastronomía en el restaurante Las Posadas con la tradicional “fritada de Atuntaqui”, los “cuyes de Chaltura”, platos acompañados de tostado, choclo, mote y papas que deleitan los paladares más exigentes y dan a conocer el potencial agropecuario del cantón. (I)

DATOS

Según monseñor Federico González, el término Atuntaqui es de ascendencia caribeña y su significado es “granero grande”.

La ciudad ofrece en sus cerca de 150 almacenes comerciales ropa deportiva, ropa interior, tendidos de cama, blusas y sacos de lana, entre muchas otras variedades de prendas.

El gran potencial textil tiene su descendencia en la Fábrica Imbabura hoy convertida en un centro cultural y museo que se ubica en la parroquia de Andrade Marín (Antonio Ante).

La planta, fundada el 6 de mayo de 1924, se convirtió en el eje del desarrollo económico de la zona, sustento primordial de sus habitantes de Antonio Ante y centro del comercio de hilo y telas de algodón en la parte norte del país. (I)

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