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Lanchas y pescadores viven en el mismo domicilio en San Mateo

Decsy Reyes ayuda a sacar la fibra de su casa, que será llevada por un jeep hasta el mar. Ella fue remolcadora y ahora cambió de oficio, es pescadora.
Decsy Reyes ayuda a sacar la fibra de su casa, que será llevada por un jeep hasta el mar. Ella fue remolcadora y ahora cambió de oficio, es pescadora.
Foto: Rodolfo Párraga / El Telégraf
30 de septiembre de 2017 - 00:00 - Vivian Zambrano Macías

En la casa de Remberto Rivera (55 años) hay un lugar literalmente sagrado para su herramienta de trabajo, a la que trata con cariño.

La fibra de vidrio de este pescador, que habita en el barrio Las Flores de San Mateo (a 60 metros sobre el nivel del mar), es llevada hacia el lugar al terminar su faena de pesca.  Esto se le ha hecho una costumbre desde hace 8 años, en que se adecuaron carros Land Rover con remolques para transportarla del mar a la tierra.

La historia de Remberto se repite con aproximadamente 400 dueños de lanchas que prefieren llevarlas hasta los patios o exteriores de sus viviendas, para desde ahí arreglar el arte de pesca, lavar y darle mantenimiento a la embarcación.

Remberto destaca que lo bueno es que en su localidad se permite llevar las fibras hasta sus hogares, lo que se ha vuelto una tradición.

En esta localidad son 8 todoterrenos que están al servicio de los pescadores. Uno de los propietarios de dos de estos automotores es Cristóbal Flores, quien cobra tal como los demás $ 5 la carrera mínima de remolcar la fibra y la máxima $ 10.

Cristóbal recuerda que fueron muchos años en que las fibras eran remolcadas por las manos de mujeres y niños desde la orilla del mar hacia la arena. Se ubicaban dos polines y con un cabo comenzaban entre 8 personas a halarla. La mano de obra fue reemplazada por los vehículos y esto  permitió que las lanchas sean  llevadas  a las propiedades.

En esa historia de halar las fibras de manera manual está Ofelia Alonzo (61 años), que habita en el barrio Cristo Rey. Recuerda que junto con Teresa Pilligua, Melva Alvia, Gladys Cedeño, Pablita Holguín, Alejandrina y Ulalia Alonzo, entre otras, estaban desde muy de mañana listas para halar la embarcación.

Esta labor ha dejado secuelas de dolor en sus hombros, no solo a ella sino a varias de sus amigas; pero, resalta, que también le dio rédito para apoyar a su esposo en los gastos del hogar.

“Desde que llegaron los jeep suben y bajan embarcaciones, ya no tuvimos la oportunidad de continuar en la tarea”, comenta.

Adelaida Mero (59 años), del barrio La Paz, también fue de las mujeres que cumplieron dicho oficio. “Por la labor nos pagaban o nos regalaban un par de pescados. Con eso nos ayudábamos económicamente”.

Pero ella sigue relacionada con las fibras; ahora cuida con su esposo, Ángel Reyes, 6 que están frente a su casa. Por cada una le pagan $ 1,50 diario. Estas descansan sobre polines, herramienta que a Adelaida la traslada a su época de remolcadora.

Belkis Delgado, presidenta de la Asamblea de Participación Ciudadana de la Parroquia San Mateo, comenta que las mujeres de los pescadores artesanales anteriormente a más de ayudar a remolcar las embarcaciones también solían bajar los pomos de gasolina, incluso a encarnar. Ella experimentó esa tarea.

Otro de los dueños de estos todoterreno es Santiago Lucas, quien explica que no están agremiados. Comenzó en la tarea hace 5 años. Ha adecuado su carro con un remolque como los demás. 

Ovidio Loor, presidente de la Federación de Barrios de San Mateo, es otro de los habitantes que consiente a sus dos embarcaciones al tenerlas en casa luego de finalizar las tareas de pesca.

Asegura que de los 10 barrios que tiene San Mateo en el sector La Paz, donde vive se concentran más las fibras, sobre todo los fines de semana. Esa situación se da en la localidad porque no se ha entregado formalmente el puerto pesquero, por eso el dueño prefiere trasladarla a casa.

El pescador Daniel López  confirma que en las fibras se dedican a capturar distintas especies como albacora y dorado.

Ante el reemplazo de la mano de obra por el remolque, mujeres como Decsy Reyes decidieron ahora salir a pescar. (I)

 

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