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Reaparecidos recrea las identidades de los muertos

Para la autora de Reaparecidos, estas figuras constituyen una imaginación poética que permite generar metáforas por medio de un lenguaje mágico.
Para la autora de Reaparecidos, estas figuras constituyen una imaginación poética que permite generar metáforas por medio de un lenguaje mágico.
Foto: cortesía de Daina Varas
21 de septiembre de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Las tumbas de los cementerios generales en Ecuador están diseñadas a la medida de quien ha muerto. Hay algunas que se repiten, que tienen similares iconografías o los mismos dibujos de ositos de Disney, en diferentes formatos y unos mejor dibujados que otros. También están aquellas repletas de besos, que tienen fotos, esculturas, muñecos y hasta la forma de un estadio de fútbol. Quienes recorren los cementerios podrían imaginar, sin haber conocido al finado, qué personalidad poseía.

A ello se dedica la cineasta Diana Varas desde 2010, cuando ganó el Fondo de Fomento del Consejo Nacional de Cine (CNCine) para desarrollar el documental Reaparecidos, que este año está por terminar. Varas ha recorrido casi todos los cementerios generales del país en busca de las identidades de las tumbas. A este proyecto lo llama  Imaginario funerario popular, que es el nombre de su tesis trabajada en el programa de Maestría de Estudios de la Cultura. 

Reaparecidos ha tenido distintos períodos de espera. El primero fue cuando Varas ganó una residencia en México para trabajar el documental Los colgados, en el cual, de una manera poética, piensa en la identidad de quienes usan la ropa tendida al sol. Aunque este documental la llevó a un territorio distanciado de su recorrido por tumbas en cementerios, a modo de serendipia se encontró con la historia de Laura, una ciclista que murió y cuya bicicleta, pintada de blanco, está colgada en una calle de la capital mexicana, evocando quién era y cómo dejó de ser.

Cuando regresó Varas de México, ‘La Vala’, como le dicen sus amigos, tuvo un aneurisma, accidente cerebrovascular al que sobrevivió como solo lo hacen el 30% de los casos con consecuencias como perder la movilidad, la memoria o el habla.

El aneurisma le afectó la parte occipital izquierda de su cerebro, donde se maneja la visión.

Varas perdió la visión en las dos mitades derechas de cada ojo. Después del proceso de recuperación,  de dejar de usar un parche para evitar la distorsión de la realidad y sumergirse en una piscina para recuperar la movilidad, la documentalista sigue mirando con detalle.

Al retomar su recorrido por las tumbas decidió clasificar las que le conmovían de acuerdo a los prototipos que presentaban: las de los niños, siempre blancas con dibujos animados o juguetes; las de las madres, llenas de flores; o las de seres anónimos, a las que ella llama NN. “Quiero recrear un nacimiento simbólico con diversas técnicas de animación en las tumbas. Hacer que florezcan por dentro, inventarme un nombre, el tipo de persona que habita estas tumbas. Un NN es una posibilidad latente en el imaginario de alguien, una evocación”.

Manual de pintores

En el Cementerio General de Guayaquil, como en otros del país, trabajan pintores de tumbas. Según un registro de bienes inmateriales, en ese cementerio los pintores tienen un manual en el que aparecen las figuras más pedidas para ser retratadas, como un San Gregorio tumbas de niños o adultos.

“En el caso de las mujeres piden la figura de la Virgen María, de la Virgen María Auxiliadora, del Carmen, de Las Mercedes o del Guayco. Si los parientes son de la Sierra prefieren que les pinten a la Virgen de Las Nubes, del Cisne o Virgen de Agua Santa”, registra el inventario.

Pero el oficio de los pintores que diseñan las tumbas se agota. Cada vez es más frecuente que estos espacios se intervengan para homogeneizarlos, como ocurren con los camposantos más recientes, donde no se permiten plasmar imágenes simbólicas, ni poner flores naturales o velas. “La muerte es la excusa efervescente para construir un espacio que grite y hable por sí solo sobre cariños, amores póstumos, dolor, ternura y admiración”, dice Diana Varas sobre su registro de estas manifestaciones.

Para Varas, estos diseños populares son maneras a través de las cuales la gente crea un espacio de evocación donde esa persona, que ha muerto, “si estuviera bien, si estuviera viva, estaría a gusto. Sus familiares, amigos, amantes tratan de regalarle un objeto o una simbología relacionada a lo que le gustaba. Los indicios, las pistas que me encuentro en las tumbas, me hablan de quién pudo haber sido ese muerto o de quiénes son sus visitantes”. (I)

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