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El Telégrafo
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Mussó recoge 50 años de quehacer literario

Mussó recoge 50 años  de quehacer literario
02 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Luis Carlos Mussó (Guayaquil, 1970), poeta y narrador, reaparece en el escenario editorial con La orilla memoriosa, una recopilación de poemas que abarca a autores nacidos desde 1925, como Rafael Díaz Ycaza, hasta 1970, como Pedro Gil, es decir, cerca de 50 años de quehacer poético.

Lo que comenzó como una pequeña serie de publicaciones en  el suplemento cultural de diario EL TELÉGRAFO, merced a que fueron apareciendo nuevas voces y nuevos nombres, terminó en la tentación de confeccionar un libro.

Así lo recuerda Mussó, quien manifiesta que el proyecto tiene 20 años, pero recién comenzó a fraguarse hace 8 con el propósito básico de que se escuche a los poetas “ya no desde el poema, sino desde la recepción del oficio y las herramientas de cada uno de ellos para el proceso de escritura”.

“La primera de todas las entrevistas fue hecha a Paco Tobar García, y esa la recuperé gracias a un casete, que pensaba se me había perdido. Pero, en rigor, el grueso de las entrevistas las comencé a hacer a partir del 2007, 2008, por ahí, en adelante”.

La obra, que comenzó a escribirse sin que su autor supiera cuál sería su futuro o si había algún editor interesado en canalizarla, se hizo sin prisa, hasta que creyó que había llegado el momento de homogeneizarle el formato “para que tuviera la visión de libro”.

Algunas de las entrevistas fueron realizadas en Quito, como la de Jorge Enrique Adoum, en cuyo departamento el autor de Ecuador Amargo le confesó algunas de sus claves a la hora de arrimar palabras e irse por la tierra con el nombre de alguna mujer.

Pero no todas las conversaciones se hicieron a pedir de boca, pues a muchos de los poetas tuvo que seguirlos (y hasta perseguirlos) en sus ciudades de residencia, en pasillos universitarios, en retiros bucólicos, al término de una charla o seminario, en presentaciones de libros.

Por ejemplo, “la primera vez que fui a Alangasí no lo encontré a Hernán Rodríguez Castello -uno de los críticos entrevistados, junto con Cecilia Ansaldo y Cristina Burneo. La siguiente oportunidad fue cuando presentó un libro suyo en Guayaquil y ahí lo cogí”.

Una de las dificultades que hubo de sortear para contactar a los mayores -Cazón Vera, Euler Granda- es que ninguno de ellos utiliza o utilizaba ni redes sociales ni correos electrónicos, lo que lo obligó a recurrir a otras opciones, como buscar a amigos o parientes que lo pudieran acercar a ellos.

A esta “desventaja” se unió el hecho de que algunos de los nombrados están aquejados de enfermedades -párkinson y alzhéimer- que no les permitían expresarse cabalmente, tales como Euler Granda y Rafael Díaz –ya fallecido–, a quienes tuvo que visitar varias veces para poder llevar sus declaraciones a buen puerto.

Cada entrevista tiene su particular historia -dice Mussó-, quien tiene especiales recuerdos sobre lo que pudo hacer, pero también por lo que quedó pendiente.

“Con Francisco Granizo hablé para entrevistarlo y, una semana después, cuando ya era la entrevista, me enteré de que había muerto. Eso me dolió bastante porque Granizo es un poeta que siempre he leído y apreciado”.

Con el autor de De ñeque y remezón, Fernando Artieda, aconteció algo parecido, aunque reconoce cierto descuido porque su muerte fue un proceso paulatino.

“Siempre lo tuve cerca, fue amigo mío. Pensaba que lo tenía seguro, pero se fue, falleció. Yo prefería entrevistar a los mayores primero. Por eso a Fernando lo había dejado un tanto ahí, pero se complicó. Él apenas era del 47”.

Otras de las entrevistas se realizaron fuera del país, como la hecha al esmeraldeño Antonio Preciado, quien, como Ministro de Cultura, lo invitó a formar parte de una delegación literaria a un encuentro de poetas en Caracas.

De Pedro Gil, que “siempre está entrando y saliendo de la lucidez”, tuvo que aprovechar uno de sus momentos de sobriedad en Guayaquil para que le cuente sobre cómo le hace para escribir en medio de los muertos, de la droga, del alcohol, de la desventura.

La orilla memoriosa se editará a fines de este mes -no precisa la fecha- en el Núcleo del Azuay de la Casa de la Cultura, en donde “tienen un tratamiento hacia el libro que es inmejorable, en el sentido de que hay un cuidado de la edición. En Guayas los materiales no son los mejores. Por eso es que preferí hacerlo allá”. (I)

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