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Zoila Espinosa Minda fue “un referente comunitario que rebasó las fronteras patrias con sencillez y simpatía”

Mama Zoilita bailaba hasta en los sueños

La bailadora fue velada ayer en la funeraria del gremio de artesanos en la ciudad de Ibarra. Mama Zoilita será sepultada en El Juncal, en Imbabura.
La bailadora fue velada ayer en la funeraria del gremio de artesanos en la ciudad de Ibarra. Mama Zoilita será sepultada en El Juncal, en Imbabura.
Cortesía: Edzón León
31 de agosto de 2017 - 09:03 - Redacción Cultura

Zoila Espinosa Minda bailaba para que se le quite el sueño, el hambre y la tristeza, y siempre lo hacía con la sonrisa más luminosa. Se amarraba una chalina en la cintura para darle mayor movimiento a sus caderas y alzaba el talón para arriba, porque esa era la forma correcta para ejecutar la bomba, decía risueña en uno de los pocos videos de YouTube que muestra su arte y sabiduría.

Bautizada por todos como Mama Zoilita y considerada como uno de los mayores patrimonios vivos del país, la ‘reina’ de la bomba falleció el pasado martes de un infarto y fue velada en la funeraria del gremio de artesanos en la ciudad de Ibarra. Será sepultada en El Juncal.

Mama Zoilita nació  en el Chota, en 1933, y tuvo once hijos en nueve partos, porque dos pares fueron mellizos. El racismo lo sufrió desde pequeña, como cuando no la dejaron entrar a un ‘chulla’ teatro en Ibarra o en la ocasión en que una mujer no quiso sentarse a su lado por el color de su piel. Por su baile ha viajado a países como Colombia, Estados Unidos o Cuba, para presentarse en festivales de música y danza.

En una transcripción de su vida hecha por el fotógrafo Patricio Estévez, Zoilita dice: “Mi hermana Aída Espinosa bailaba bien, pero no van a decir que ella bailaba mejor que yo, eso nunca, porque yo tengo mis dos piernas y ella era coja. De ella aprendí a bailar con la botella, pero no diciendo: ‘¡Dios mío, ayúdame a bailar!’, sino de pura envidia. Tuve envidia y me dije: ‘si esta patoja puede bailar yo por qué no voy a poder’. Mi hermana bailaba en el parque Pedro Moncayo con Rodrigo Borja, con la botella; y yo bailaba con la angara de fruta”.

Como la mayoría de las mujeres afroecuatorianas, Mama Zoilita tenía severas carencias materiales. Ella migró sola con cinco hijos pequeños del Chota hacia Ibarra, donde fue trabajadora doméstica y mayormente lavó ropa ajena.

“Siempre tuvo problemas con el servicio doméstico porque era una mujer frontal”, recuerda el investigador Edzón León, quien dice que el baile para ella era algo natural que lo tenía ya incorporado en su ser. Un momento importante en su trayectoria fue cuando conoció a su pareja de baile, Teodoro Méndez.

Ella adquirió el título de ‘reina’ de la bomba porque bailaba con tradición y eso significaba darle continuidad a los saberes de los mayores. “Mama Zoilita era fiel a los procesos de aprendizaje de sus mayores, y se notaba en su cadencia. Ella siempre repetía cuando daba clases: ‘así me enseñaron a mí”, reflexiona Edzón.

Cuando Zoilita viajó a Bogotá, en un colegio de las Bethlemitas le preguntaron qué idioma hablaba y ella les respondió: “Yo tengo dos idiomas, el idioma que hablan ustedes pero en otra consonancia, y también sé otra lengua: cuapan- dopo- yopo- mepe- vapa- yapa- mepe- apa- quipi- topo- sepe –vapan- apo- neper- apo- llopo- rapar; esa era la otra habla que nunca habían oído”.

“Doña Zoilita, como la conocemos los amigos, fue una mujer vital, sonriente, llena de optimismo y voluntad. Dio lustre al ser negra y siempre gestionó trabajo para sí y para otros artistas del Valle del Chota. Un referente comunitario que rebasó las fronteras patrias con sencillez y simpatía”, añade Patricio Estévez. (F)

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