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Luego de tres décadas, La Artefactoría activa su subversión desde las aulas

De izquierda a derecha: la curadora Matilde Ampuero y los integrantes de La Artefactoría Marco Alvarado, Marcos Restrepo, Xavier Patiño y Jorge Velarde.
De izquierda a derecha: la curadora Matilde Ampuero y los integrantes de La Artefactoría Marco Alvarado, Marcos Restrepo, Xavier Patiño y Jorge Velarde.
Foto: cortesía
14 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

La mañana del miércoles 12 de junio, el auditorio del Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo (MAAC) estuvo copado para entender cómo hace más de tres décadas un grupo de seis jóvenes, cuatro de ellos graduados del colegio de Bellas Artes, estableció una ruptura con el arte moderno para iniciar una propuesta contemporánea.

Esa ruptura se dio en todo el continente, sin que ellos lo sepan siquiera. En el país nadie entendía la noción de hacer ‘arte contemporáneo’ y la comunicación entonces -con la ausencia de internet- era más precaria que la de ahora.

Lo que iba a ser una rueda de prensa hace dos días se convirtió en una retrospectiva y diálogo del trabajo que inició hace 34 años la agrupación La Artefactoría, con una ausencia de medios y un exceso de estudiantes de la Universidad de las Artes, junto con amigos y familiares de los integrantes.

El grupo conformado por Xavier Patiño, Flavio Álava, Marco Alvarado, Marcos Restrepo, Paco Cuesta y Jorge Velarde activó su propuesta desde una crítica a la militarización y a la represión hacia la sociedad, como protesta por los desaparecidos y el mal manejo de las instituciones culturales. Ellos construyeron un relato de su época, los 80.

Intervinieron en el espacio público, trabajaron publicaciones como la revista Objeto Menú, lanzada en 1983; hicieron muestras colectivas, como la que montaron de manera paralela a la de la Asociación Cultural Las Peñas, en la casa de Ana Paredes de Alfaro. El trabajo de la agrupación sentó las bases para fundar, en 2001, lo que fue la primera academia especializada en artes de la Costa ecuatoriana, el ITAE, hoy absorbida por la UArtes.

En 2016, los integrantes de La Artefactoría, disgregados por más de diez años, se juntaron para armar una muestra sobre su trabajo y su época en el Museo Antropológico y de Arte Contemporáneo.

Matilde Ampuero, quien acompañó al grupo como gestora cultural desde sus inicios -y por ello ha escrito gran parte de su historia- trabajó por tres años en la curaduría del montaje hasta que se concretó.

La muestra ¿Es inútil sublevarse? La Artefactoría: arte y comentario social en el Guayaquil de los ochenta se abrió el 15 de noviembre de 2016 y se cerraría el pasado junio. Sin embargo, el MAAC prolongó la exposición  hasta finales de año por ser la más visitada del lugar, a lo que se suma que  La Artefactoría ganó el Premio Mariano Aguilera a la Trayectoria, cuya entrega será hoy en Quito.

Este año, luego de que Ampuero solicitara al MAAC la postulación del grupo al Premio Mariano Aguilera, los miembros de La Artefactoría tienen una nueva motivación para reagruparse. El jurado de premiación estuvo conformado por: Joao Laia, Raphael Fonseca y María del Carmen Carrión. Estos hicieron un adendum a las bases del premio para considerar la postulación del colectivo, pues la norma indica que el Premio Trayectoria es individual. Entonces, la decisión final fue unánime y se entregó al grupo.

“No es falta de modestia, pero este es un justo reconocimiento a la pelea que hemos llevado durante 40 años en el día a día”, dijo Patiño frente al auditorio, este miércoles.

Antes de cerrar el año, La Artefactoría presentará una antología en el Centro de Arte Contemporáneo de Quito (CAC). Además, Matilde Ampuero también trabajará en el montaje de una nueva muestra en el museo Nahim Isaías, en la cual se pretende establecer parámetros de trabajo entre lo que fue el Grupo Guayaquil y La Artefactoría.

La mayoría de los integrantes de la agrupación que trabajaron desde la sublevación, en los 80, hoy son docentes de la UArtes, tras la absorción del ITAE, sin que ningún título de tercer o cuarto nivel los ampare –a excepción de Patiño–.

“¿Cómo es posible seguir siendo críticos con el sistema cuando se es parte de él?”, preguntó un exalumno durante el conversatorio. Marco Alvarado respondió que la posición del grupo continúa siendo crítica y que permanentemente se sigue cuestionando a la institución.

“Pienso -dice Alvarado- que es algo inherente al artista ser críticos, pero llegamos a un escenario donde todos los lenguajes que en un momento fueron subversivos ahora son elegancias, porque además ya están institucionalizados y forman parte de la academia. Sabemos y estamos conscientes de que de esa manera se neutralizan o inutilizan, se vuelven herramientas de posicionamiento de una imagen para poder insertarse en circuitos y el pensamiento se elimina”.

Para Patiño, esa subversión con la que nació el grupo se mantiene al estar atentos y no dejarse consumir por las trampas del sistema. “Presentarse en el día a día en una cátedra es fundamental. Nosotros coincidimos en que nuestro syllabus es una obra, tratamos de no repetirnos, enseñar desde la igualdad, que la clase sea una aventura. Los proyectos académicos, a veces, se ven truncados por el excesivo pedido de evidencias. Eso hace que no se pueda desarrollar la obra artística dentro de la clase. Con eso tenemos que pelearnos, con la burocratización de la educación artística”, señaló Patiño.

Tal vez el trabajo que ahora hace la agrupación desde la academia se reconozca como fundamental para la escena artística ecuatoriana, tal como pasó con su obra mientras transcurría el tiempo. (I)

El Nuevo Mariano Aguilera distinguió a 10 proyectos en 5 categorías diferentes

En el proyecto artístico Advertencias para buscar, coleccionar y clasificar objetos arqueológicos, la artista Pamela Cevallos investiga  las prácticas de coleccionismo y el origen de los museos nacionales en Ecuador a mediados del siglo XX. 

Esta es una de las diez propuestas que fueron beneficiadas con el Premio Nuevo Mariano Aguilera, que en esta edición reconoció trabajos de creación artística, edición y publicación, curaduría, investigación y nuevas pedagogías en arte.

François Coco Lasso ganó con el proyecto archivístico, sonoro y performático Un martes cualquiera, el cual recupera de manera crítica y poética la voz, la imagen, el texto y las memorias oficiales y no oficiales de la matanza de los obreros del ingenio Aztra, ocurrida en 1977.

Arqueología albañilería es la propuesta de Maio Alvear. Él usa modelos de desarrollo urbano en el espacio rural de Ecuador para ubicarlos en una instalación multimedia que expanda la dimensión disciplinaria del arte con prácticas pseudocientíficas.

Javier Izquierdo fue reconocido por el proyecto Barajas, una  propuesta que nace del hecho sucedido en 1983, cuando Marta Traba murió  en un accidente aéreo junto con su pareja, el ensayista Ángel Rama. En el mismo accidente fallecieron Manuel Scorza y Jorge Ibargüengoitia.

Al Zur-ich: más que un proyecto, un recurso estratégico. Historia del encuentro de arte y comunidad Al Zur-ich (2003-2017), de Pablo Almeida, será el nombre de la publicación que recogerá las experiencias y los diálogos ocurridos a través de la trayectoria de este colectivo.

Paola de la Vega resultó beneficiaria con el proyecto Memorias y perspectivas de lo colectivo. Entre la gestión cultural y las prácticas artísticas contemporáneas. Esta propuesta inicia con una investigación preliminar a agentes del campo del arte en el país, para determinar la selección de seis colectivos a nivel nacional que hayan tenido un trabajo de al menos siete años.  Kuyllur Saywa Escola llega con el trabajo Kipiku de saberes musicales del pueblo Kichwa Karanki, el cual, a través de la creación musical, muestra y fomenta la intención de los niños, niñas y jóvenes que quieren continuar con el legado musical que tiene el pueblo kichwa karanki.

Patricio Dalgo Toledo ganó con la propuesta Talleres experimentales de investigación sobre la biología/cine en vivo en la comunidad de Colinas-Tonchigue- Esmeraldas. Este proyecto plantea una práctica de creación colectiva orientada a promover la reflexión y valoración del contexto (biológico) local mediante  experiencias investigativas.

Rafaela Palacios recibió una beca por el proyecto Un jardín propio. Narrativas ilustradas sobre la medicina tradicional de la Sierra y Oriente de Ecuador. Esta propuesta tiene como antecedente el trabajo web Un Jardín Propio Sierra, el cual propone pensar los conocimientos sobre plantas medicinales de las mujeres de Cañar, a partir del uso de recursos artísticos. Gabriel Cevallos presenta Mujeres bordando, proyecto que desarrolla un espacio educativo (no formal) para el aprendizaje del bordado, dirigido a mujeres trabajadoras del comercio popular. (I)

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