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El Telégrafo
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La obra se presentará todos los jueves de febrero, en el micro estudio del teatro El Ático de Nijinsky

La Torera, una poética de la locura

La adaptación de La Torera se nutre de cuadros, fotografías, cuentos y reseñas que exploran sobre el personaje.
La adaptación de La Torera se nutre de cuadros, fotografías, cuentos y reseñas que exploran sobre el personaje.
Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
08 de febrero de 2017 - 00:00 - Redacción Cultura

Tras una tela negra, una mujer de voz antigua habla sola. Dice palabras sueltas, frases inacabadas, pensamientos incompletos. De repente, la mujer, vestida con un traje rojo, un sombrero lleno de adornos y unos botines bien lustrados, decide salir de su oscuridad y se ubica frente a una pared. Se mira en ella con sospecha y comienza a jugar con las líneas de su cuerpo. La pared es su espejo, su sombra es su reflejo.

Esa mujer de piel vencida y maneras exageradas se llama Anita Bermeo y es conocida en la historia de Quito como la ‘Torera’. La actriz Carmen Elena Jijón interpreta a este complejo personaje, el cual condensa en sus marcados gestos, en sus dispersos diálogos y en su mirada ausente, un imaginario de la ciudad que está atravesado por la locura, la nostalgia y el deseo.

La obra denominada La Torera se presentará durante todos los jueves de febrero, a las 19:30, en el microestudio de teatro El Ático de Nijinsky (Veintimilla y 12 de Octubre; edificio El Girón; torre W; piso 13).

 “Hace varios años me invitaron a desarrollar el personaje para los recorridos teatralizados que se realizan en el centro (de Quito). Esta invitación, supongo, surgió por mi reiterado interés en trabajar personajes ligados a la locura en mis anteriores propuestas. Personalmente, me llamó la atención vincular a ‘la ‘Torera’ con los imaginarios que considera nos llevan como sociedad a incurrir en reiteradas patologías”, comenta Carmen Elena, quien, además de actuar, dirigió y construyó la dramaturgia de la obra.

Entre esos personajes asociados al desequilibro está el protagonista  de El corazón delator, de Edgar Allan Poe, a quien Carmen Elena lo caracterizó el anterior año en el Estudio de Actores, desde una mirada femenina. En La Torera, por su parte, hay una intención en el monólogo de la actriz por vincular la locura con el amor; el archivo físico (como periódicos de otras épocas) con la memoria afectiva de la ciudad y los objetos personales de la ‘Torera’ con su desesperación.

Aun cuando el texto de Carmen Elena es largo, este logra matizarse por la poética de la dramaturgia. Como destellos, la ‘Torera’ lanza a los espectadores, además de paraguazos, frases como: “Quien te enseña a mirar, te ciega” o “Escuchar mi respiración sin sentir nostalgia”.

 Consciente de que este personaje ya ha sido explorado de forma reiterativa, la actriz creía importante vincularlo con las ‘enfermedades’ que tenemos como sociedad, de ahí parte la diferencia con el resto de propuestas. Entre esas adaptaciones está la que hace Valentina Pacheco (dirigida por Viviana Cordero) y María Luisa González (dirigida por Jorge Mateus).

La crítica de artes escénicas y directora de la revista El Apuntador, Genoveva Mora, decía en un artículo que, de las mujeres que han dado cuerpo a la ‘Torera’, Valentina Pacheco es la realista, María Luisa González la romántica y Carmen Elena Jijón la posmoderna.

“La ‘Torera’ es la imagen, es el símbolo de la mujer que, más allá de la leyenda, representa la voluntad de vivir a su manera, de volver realidad los sueños, teñir de color la vida y pasearla a los ojos de la gente. La locura fue su trinchera para reírse de los prejuicios y anular las clases sociales; fue el gran espacio sin color donde también era posible llorar y estremecerse frente al deseo y la realidad…”, decía Mora.

En el proceso de investigación para la interpretación de Carmen Elena hay referencias al encuentro de la ‘Torera’ con el Terrible Martínez (considerado el último chulla quiteño). Están cuadros, fotografías y cuentos, como La carta inconclusa, de Javier Vásconez. También hay reseñas de su vida realizadas por El Comercio y entrevistas a personas que la conocieron.

A su vez se fueron colando fragmentos de la poesía de Jorge Carrera Andrade y de la prosa de Gustavo Alfredo Jácome, que van en torno a la temática, no al personaje en realidad. Y aparecen datos de la investigación sobre la educación en nuestra sociedad recogidos por Ana María Goetschel.  

“Fue así que me planteé construir esta obra de teatro, que cuestione las dinámicas tan arraigadas de feminidad que pueden resultar exacerbantes y políticamente convenientes; el personaje ha crecido en este ya largo recorrido”, dice Carmen Elena, quien hace poco más de un año estrenó la primera temporada de la obra y este año arrancó un nuevo montaje en el cautivador escenario de El Ático de Nijinsky. (I)

Datos

La dirección, dramaturgia y actuación de La Torera están a cargo de Carmen Elena Jijón, la escenografía y vestuario son de Edmundo López y los audios de Pez Malo Producciones.

La obra se presentará todos los jueves de febrero, a las 19:30, en el micro estudio de  teatro El Ático de Nijinsky (Veintimilla y 12 de Octubre. Edificio El Girón. Piso 13).

El costo de la entrada general es de $ 10 y las reservaciones se pueden hacer al correo [email protected] o al número 0987834491 por medio de WhatsApp.

Hace poco más de un año se estrenó la primera temporada de La Torera y en este 2017 se realiza el nuevo montaje. “Considero que la obra se ha robustecido y con mayor libertad ha explorado el germen del cual surgió, ya con una poética escénica autónoma”, dice Carmen Elena Jijón. (I)

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