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El Telégrafo
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Los habitantes del sector se quejan del ruido que provocan vehículos y vendedores

La calle Antepara, convertida en mercadillo

Los transeúntes consumen varios alimentos en los puestos improvisados que prosperan en la calle José de Antepara.
Los transeúntes consumen varios alimentos en los puestos improvisados que prosperan en la calle José de Antepara.
Foto: William Orellana / El Telégrafo
29 de noviembre de 2016 - 00:00 - Redacción Guayaquil

Los vendedores ofertando sus productos a los transeúntes y a quienes se bajan de los buses de transporte urbano es el ambiente que, desde hace casi medio año, parece haberse incrementado en la calle José de Antepara, entre Padre Solano y Luis Urdaneta.

Lo que más se comercializa en las veredas son los alimentos preparados que incluyen los populares pasteles (de chorizo y carne), mote, maduro asado y chuzos. La esquina más concurrida es la de la calle Padre Solano, en donde muchos peatones esperan abordar líneas como la 31, 35, 85, 108, 119 entre otras.

Para habitantes del sector, como Daniel Manrique, la actividad comercial se incrementó desde que la Autoridad de Tránsito Municipal (ATM) dispuso que los buses transiten por Antepara en lugar de la calle García Avilés, en abril pasado.

Anteriormente, el movimiento en las veredas se limitaba a los quioscos autorizados por el Municipio de Guayaquil, donde se venden jugos, batidos, tostadas, encebollado, entre otros alimentos.

Manrique acotó que el movimiento es mayor entre las 06:00 y 08:00, cuando muchos abordan los automotores para dirigirse a sus trabajos. “Es un desorden y bullicio tremendos que no tienen control alguno”.

Los vecinos y propietarios del sector también aducen que varios de los comerciantes informales tienen poco cuidado en hacerse cargo de los desperdicios.

Los cuatro tachos que hay entre Padre Solano y Luis Urdaneta pasan desapercibidos y los transeúntes prefieren arrojar sus desechos en veredas y acequias (espacio que bordea las capas asfálticas).

Aquello ocasiona el taponamiento de las alcantarillas y el anegamiento “cuando alguno decide lavar su quiosco o parte de la vereda”, afirmó Hilda Angulo, habitante del sector.

En consecuencia, los líquidos desechados llegan a permanecer el tiempo suficiente para provocar malos olores, producto de la putrefacción.

Por el sitio también circulan las líneas que llegan desde Durán, pero no se detienen debido a que solo pueden recoger o dejar pasajeros en la estación que está en la av. Quito y Alejo Lascano.

Sin embargo, hay quienes cuestionan también el ruido que se ha incrementado con el aumento de los vehículos que circulan por la calle Antepara.

Miguel Bueno, quien atiende una tienda de la zona, comenta que durante las denominadas horas pico, el sonido estridente que provocan las bocinas de buses y carros livianos resulta insoportable.

Aunque no se presentan congestionamientos durante la mayor parte del día los conductores se desesperan por pasar, especialmente los que llegan del lado de Antepara.

En abril pasado, después de las evaluaciones de algunos edificios luego del terremoto, la ATM anunció el desvío de los buses que circulaban por García Avilés para evitar embotellamientos. Posteriormente, la entidad informó que los cambios serían permanentes para dar fluidez al tránsito de aquella zona centro de la ciudad. (I)

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