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El Telégrafo
Ramiro Díez

Historias de la vida y del ajedrez

Satanás es un pobre diablo

24 de noviembre de 2016 - 00:00

Mi encuentro con el demonio se lo debo a un amigo argentino, Francisco Borja Cordeu, que me llevó a lugares que ningún turista imagina en Buenos Aires. En un barrio de clase media baja, en la periferia, conocimos una iglesia que, los jueves, se llena de tanta gente que la policía tiene que intervenir para cerrar la calle y reordenar el tráfico.

La razón, o la sinrazón de este caos, es que allí confluyen decenas de personas que dicen ser acosadas por el demonio y el Obispo de la parroquia, Manuel Acuña, dice que ha realizado más de 1.200 exorcismos. Algunos fieles afirman escuchar voces que los invitan a cometer crímenes y otros actos horrendos. Obviamente, son material psiquiátrico. Otros, apenas dicen experimentar cansancio, stress, depresión, angustia y miedo al futuro. Es decir, son casos que se encuentran en cualquier oficina, pero le atribuyen todo al demonio y nunca culpan a ningún gobierno de turno.

Pero para todos esos casos está el Obispo Manuel Acuña, quien en el año 2001 tuvo su primer combate con el demonio: en plena misa, una quinceañera raquítica empezó a convulsionar y revolcarse en el suelo, y luego habló en una lengua desconocida. A pesar de ser tan frágil, entre varios hombres no la pudieron controlar. Obviamente era el demonio, dijo Monseñor Acuña. Desde entonces ha realizado más de 1.200 exorcismos lo cual demuestra cuán tozudo e inderrotable es el demonio, que no da un paso atrás a pesar de las armas que esgrime Monseñor: agua bendita, sal, aceite y un crucifijo especial, que Dios le recomendó en medio de un sueño.

Pero Monseñor, que ha visto cómo el demonio levanta del piso a un niño o cómo una cabeza humana gira como una licuadora, sin secuelas de tortícolis, quiere compartir su conocimiento y sus poderes, y ha creado la carrera profesional de Parasicología, Angelología y Demonología. La primera camada, que se graduará después de 3 años, es de 35 alumnos entre los cuales hay shamanes, abogados, un escritor de cuentos infantiles, expertos en brujería y un hasta un exfutbolista. El plan de estudio incluye la psicología de Satanás, cómo aprender a golpearlo, y un curso especial de adivinación del futuro a través de la luz de una vela. En un futuro cercano, los endemoniados de Argentina tendrán más de un consultorio en dónde ser curados.

No hay, entre los alumnos, ningún ajedrecista. Porque todos quieren llevar al demonio adentro, para que les inspire combinaciones endiabladas. Por ejemplo, esta:

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