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Tres grupos ayudan en la vigilancia de dos volcanes activos

Carlos Sánchez, uno de los vigías más antiguos en Tungurahua, observa el clima antes de dar su reporte.
Carlos Sánchez, uno de los vigías más antiguos en Tungurahua, observa el clima antes de dar su reporte.
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
26 de septiembre de 2016 - 00:00 - Redacción Centro

La vigilancia técnica de los volcanes Tungurahua y Cotopaxi cuenta también con la observación de voluntarios comunitarios.

En Cotopaxi, la rutina diaria de Mario Rocha, presidente del GAD Parroquial de Mulaló, en el cantón Latacunga, cambió radicalmente  desde agosto de 2015 cuando se activó  el volcán.

Rocha y otros 39 voluntarios integran el grupo de vigías que fue previamente entrenado por la Secretaría de Gestión de Riesgos (SGR) y  por el ECU-911 en el manejo de los sistemas de alerta temprana.

“La primera vez que tuve un handy no sabía cómo funcionaba. Temía descomponerlo. Hoy me siento bien capacitado”, dijo Rocha.  

Su día empieza antes de las 06:00. Enseguida se comunica con moradores de San Ramón y Ticatilín, sectores más cercanos a la montaña. Ellos se encargan de observar  el estado del caudal y el color de  los ríos afluentes. También si huele a azufre o hay fumarolas.

Estos datos se envían al ECU-911 de Quito y al  Instituto Geofísico para reforzar los informes diarios.  Desde el 22 de junio de 2016 la alerta del volcán bajó de amarilla a blanca. Su estado actual se mantiene en actividad interna baja.

“La idea es no confiarse, pues los entendidos nos explican que en cualquier momento puede retomar su proceso eruptivo. Nos queda claro que está activo y debemos estar en alerta”, dijo Fanny Bustillos, habitante de Ticatilín, que está situado a 12 km del coloso. Su  esposo colabora con los vigías.

Reuniones en Tungurahua

Los vigías del volcán Tungurahua  se reúnen dos veces en el año con los técnicos del Instituto Geofísico (IG), de los municipios y de diversos ministerios para evaluar su trabajo y plantear dudas e inconvenientes.

La cita reciente ocurrió el sábado 17 de septiembre de 2016. Participaron los vigías de los cantones Baños de Agua Santa y Pelileo (Tungurahua) y del cantón Penipe (Chimborazo). Carlos Sánchez, vigía de la Casa del Árbol (Baños), es uno de los más antiguos. “Tengo 75 años y 17 de ellos los he dedicado a la vigilancia del coloso. Es un trabajo esforzado que no es remunerado y que se cumple las 24 horas. Por radio y celular informamos al Observatorio del Volcán Tungurahua (OVT) las novedades del estado del macizo”, explicó Sánchez.

Los vigías, al igual que los vulcanólogos, se encargan también de limpiar  los paneles solares que permiten el funcionamiento ininterrumpido de los instrumentos de medición y los sensores. “A veces encontramos cables cortados o paneles rotos por gente vándala; de eso informamos inmediatamente al OVT para que se sustituyan inmediatamente y que no se detenga la vigilancia”, dijo Sánchez.

El OVT funciona desde 1999, tras la reactivación del volcán en octubre de ese año. Está en la hacienda Guadalupe, que fue prestada por la familia Chávez. Desde allí se realiza la observación diaria a 13 kilómetros del flanco noroccidental.

Los vulcanólogos que allí permanecen, por turnos semanales, reciben  todas las señales geofísicas de los instrumentos instalados en los flancos. Además de la información vía radio o celular comunicada por los vigías. “Usamos el celular para informar situaciones complicadas que solo pueden ser interpretadas por el OVT. Esta labor es voluntaria y altruista”, recalcó Sánchez. (I)

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