La naturalidad de Zoila Rosario Morocho llama la atención. No es esquiva para hablar, al contrario, en cada pregunta trata de explicar lo más detallado. Cuando se le pregunta: “¿Cuántos años tiene?”, ella responde con una sonrisa, “mi vida es larga, tengo 28.835 días”. Pero va más allá con su explicación: “Yo nací un 4 de octubre de 1937, un sábado a partir de las 8 de la mañana”, nos indica, con tanta seguridad que parece que ella habría visto su propio nacimiento. Su nombre, según ella, fue puesto por sus padres en homenaje a Santa Rosario, “ellos quisieron que haya un recuerdo”, dice esta mujer que nació en el sector de Ayaloma, una comunidad perteneciente a la parroquia Shiña, provincia del Azuay, un lugar considerado por muchos de gente muy bravía, gente que defiende su cultura y que no permite que se aprovechen de sus pobladores. El frío y el sol de la montaña han curtido su rostro, pero no se han llevado la buena memoria de la mujer. Ella recuerda que junto a su esposo, ya fallecido, fundaron el sector de Ayaloma, “cuando llegamos había solo 230 personas, ahora pasan las 700”, dijo.

La mujer no quiere perder su identidad. “¿Por qué no cantan el Himno Nacional en kichwa?”, pregunta, mientras nos invita a escucharle cantar en ese idioma, pero a más de hacerlo muy bien, tiene un buen timbre de voz que llama inmediatamente la atención de las personas.

En su memoria están muchos recuerdos, sus 7 hijos, uno de ellos fallecido. “Uno tengo en Estados Unidos y no ha regresado desde hace 14 años, le pido que venga, pero no quiere”, dice la mujer, mientras sus ojos se humedecen por la tristeza. Recuerda también que han sido duros los momentos que pasó cuando era parte de los catequistas que lograron estar en las comunidades de Shiña, “Fui una persona que lideró muchas cosas, aunque ahora ya viejita me faltan fuerzas”, indica. (I)